¡Huele a naturaleza en apogeo!
En uno de ésos inciertos días de aislamiento, donde el ánimo no rebasaba las baldosas del suelo, me llegó al whatsap un precioso poema escrito por una monja: La hermana Lucía de Antequera. Magníficamente recitado por, Manuel Muñoz.
Comenzaba así:
“Si sabrá la primavera que la estamos esperando,
si sabrá la primavera que la estamos esperando,
cuando llegue y no nos vea ni en las calles ni en los barrios,
cuando no escuche en el parque el bullicio,
siempre alegre, de los niños jugando.
Si se atreverá a cruzar nuestros pueblos despoblados,
colgando en nuestros balcones la magia de sus geranios.
Si dejará su sonrisa esculpida en nuestros campos,
pintando nuestros jardines de verde, rojo y blanco”.
Este bello romance consiguió que mis lágrimas, a flor de piel, inundaran mi rostro. “La primavera llegaba y no podíamos verla”, y lloraba y lloraba, con desconsuelo...
Pero, han pasado ya semanas y la primavera continúa aquí. ¡Nos sigue esperando ahí fuera!, con todo su color, con todo su aroma. Amapolas, jacintos, lirios, azaleas, margaritas, rivalizan entre sí para ofrecer su polen a un regimiento de insectos que bailan, con un coro de pájaros, en una fiesta que saben breve, pero que es vital para todos. Con las beneficiosas lluvias de abril, los árboles están frondosos y el campo huele a espigas, a romero, a tomillo, a espliego, a salvia. Huele a naturaleza en apogeo.
¡Vamos a disfrutarla! Este año, solo tenemos impuesta una condición, respetar nuestro turno para saborearla.