Hambriento, incómodo y “brumados los huesos”, el gobernador Sancho Panza recurre a los refranes para justificar la mala experiencia pasada en la ínsula Barataria. El malestar es tanto que Don Quijote trata de consolarle con estas reflexiones: “No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres, que será nunca acabar: ven tú con segura conciencia, y digan lo que dijeren; y es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mismo que querer poner puertas al campo. Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen dél que ha sido un ladrón, y si sale pobre, que ha sido un para poco y un mentecato.”
El refrán de Sancho da a entender que no estamos seguros de hacer algo mañana por mucho que nos repugne hoy. El agua interviene en otros dichos también como símbolo de confianza: “No bebas agua que no veas, ni firmes cartas que no leas”, aconsejando la seguridad de uno mismo después de comprobar en qué nos metemos; y “quien echa agua en la garrafa de golpe, más derrama que en ella coge”, sentencia que muestra los riegos de actuar con precipitación.
Ahora bien, personas hay que de apacibles y calmadas pasan a ser impetuosas y terribles, de aquí que la sabiduría popular advierta: “Del agua mansa me libre Dios, que de la brava me guardaré yo”.