Un carnaval con mucho público y pocos aplausos

Ver el carnaval a pie de acera y ver el carnaval desde la comparsa

Laura Figueiredo (3 de marzo de 2022).- El carnaval se puede vivir de muchas maneras o incluso cabe la posibilidad de no vivirlo, ignorarlo como si no existiera que también es una opción muy válida. 

Hay quien lo disfruta disfrazándose por su cuenta; quienes salen a la calle enmascarados en un pequeño grupo de amigos; quienes lo hacen en un grupo algo más organizado con nombre y caretas y quienes se lo montan a lo grande, a lo Burleta con carroza o sin carroza como la peña Los Bartoleros o la comparsa Attitude.

A todos los participantes les une las ganas de carnaval y este año con más motivo. Les une la creatividad, el arte y el sueño de vivir por unos días lo que no son o, quién sabe,  lo que realmente son.

Criptana estuvo en la calle de manera especial en el Desfile Local. Allí todo tenía sabor a lo de aquí aunque nos trajeran las divinidades de Egipto, los sueños dorados y caucásicos de Petrushka o el sonido del flautista de Hamelin. Era de Criptana también el grupo “Puntos suspensivos” que nos puede enseñar mucho del Carnaval porque de una forma u otra, ellas no faltan a la cita desde hace años y años. Esta vez optaron por convertirse en espantapájaros que las hacían irreconocibles. “Las Otras” participaron por vigésima vez con un repaso a tantos y tantos disfraces. Ahí estaba la novia y el novio, Mortadelo, las macetas cordobesas, los Elvis, las góspel…

Y por supuesto no faltó la máscara callejera, con las Viejas del Carnaval y las cruces del calvario a cuestas, el zahorí en busca del agua que no cae, las monjas con dolor de pies o las supervacunas que ellas se empeñaron en pinchar al primero que pillaban entre ese público un tanto pasivo.

Ahora bien, a mí me da que quienes mejor lo pasan son los chicos de la charanga “Los Monigotes”. Sin contar pasos de complicadas coreografías, sin trajes de plumas y oros. Solo ellos, sus instrumentos y la música que es lo que más les gusta. 

A pie de acera, mucho público y pocos aplausos

Otra opción es vivir el carnaval a pie de acera. Ir con tiempo para coger un buen sitio o ir tarde y rebullirse hasta colocarse en primera fila. La mayoría opta por ver el desfile donde toque y sin más problema ver pasar un grupo tras otro. Hay tiempo de sobra para charlar con el de un lado y otro e intercambiar información sobre -y estos quiénes son-, -cuántos faltan-,  -esos ya han pasado hace un rato-,  -ese es el hijo del primo de…-. Y por supuesto no faltan los que sacan con tiempo las sillas a la puerta de casa o cargan con ellas hasta donde sea necesario. La verdad es que es algo que siempre me ha dado mucha envidia. Y es que el ver un desfile no es menos de hora y media a pie quieto en la acera. 

Alguien me dijo que en Criptana hacemos las cosas al revés “aplaudimos en Semana Santa y en Carnaval nadie aplaude” 

Siempre me ha tocado ver el carnaval desde la acera, pero ¿cómo nos ven a los de la acera quiénes desfilan? Pues muy sencillo, nos ven serios, con caras de frío, poco expresivas, pasivos y con pocas ganas de animar. Y es que echan de menos algunos aplausos de vez en cuando, más alegría y participación. Alguien me dijo que en Criptana hacemos las cosas al revés “aplaudimos en Semana Santa y en Carnaval nadie aplaude”. 

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