Ángela Pintado y Rosario Escobar, sin miedo al invierno duro

«¿Un invierno duro? Para unos más que para otros»

Laura Figueiredo (10 de noviembre de 2022).- Ellas ya saben lo que es pasar los inviernos sin calefacción, alrededor de un brasero en una sola habitación donde se hacía la vida. Las duchas no existían y uno no se bañaba todos los días ni mucho menos. Y no estamos hablando de la prehistoria en Campo de Criptana, hablamos de los años 60 y 70, cuando todavía había casas sin cuarto de baño y muchas más sin calefacción. “No existía la calefacción, me dicen, pero sí los inviernos y más duros que ahora”. Lo mejor de todo es que nos aseguran que se sobrevive, aunque para algunos será más duro que para otros.

Son Ángela Pintado López de Marina y Rosario Escobar López de la Rica. Tienen la misma edad y son vecinas de casi toda la vida. Les oigo hablar del invierno duro que nos anuncian, de las duchas interminables con agua más que caliente, del brasero, la ducha en el patio, el braserete en la escuela, los armarios llenos de ropa… De lo de antes y de lo de ahora. Me sumo a la conversación y me cuentan que el invierno duro para ellas será menos porque ya saben lo que es. Y así surge esta nueva entrevista para https://www.campodecriptana.info/.

Suena a las batallitas que cuentan los abuelos, a los nietos y que ya cansan por repetitivas: que si antes, que si cuando yo era joven…. Pero ahora, con el anuncio de un invierno duro de facturas y recibos que multiplican la cifra final, estas conversaciones cobran todo su sentido. Batallas que ellas y tantos ya pasaron con toda naturalidad porque no se conocía otra cosa.

Hablan de su generación, de la de sus hijos y de la siguiente, en la que sí que ven que las cosas van demasiado deprisa con todo lo bueno y lo malo. Ángela y Rosario cuentan con orgullo ese antes, pero reconocen que a lo bueno uno se acostumbra enseguida y que cada uno va con sus tiempos.  

-¿Qué entendéis por un invierno duro?

Rosario.- Nos están diciendo que va a ser un invierno duro, apagones, facturas… yo estoy asustada y no estoy; no lo veo tan mal como lo están pintando. Eso ya lo hemos conocido nosotras; con un brasero en una habitación mis padres se apañaban y éramos clase media. Por la mañana mi padre echaba ascuas, mi madre con ellas hacía la comida y cogía unas para encender el braserete y lo sacaba a la tienda y ahí hacíamos la vida. Un mismo fuego para cocinar, calentar agua y la habitación. Y si ahora nos tenemos que juntar todos en una habitación, pues todos juntitos.

“Lo del invierno duro no me asusta porque ya sé lo que es”                         

Ángela.- Meten mucho miedo, pero ¿quién tiene miedo? Luego están los bares llenos y las carreteras también.

-Pero seguro que vosotras tenéis calefacción en casa.

R.- Claro y es una maravilla. Pero andamos con cabeza, voy apagando luces y radiadores y a lo mejor sí podría pagarlo, pero es que no nos sale vivir de otra manera. ¡Toda la casa encendida para mí sola! Es un desperdicio. Mira, de alguna forma seguimos viviendo medio en lo que nos enseñaron de pequeños. Seguimos ahorrando, aprovechando todo lo que se puede.

A.- Es en lo que nos hemos criado y eso queda ahí. Vivir austeramente, ahorrar a ser posible, no despilfarrar, no se llenan los armarios sin necesidad, no se abre el agua como si no hubiera fin ni se pone tan caliente. Siempre está ese no gastar por si acaso.

“Seguimos viviendo medio en lo que nos enseñaron de pequeños. No nos sale vivir de otra manera”

-¿Pensáis que todos estamos igual de preparados cuando dicen invierno duro?

A.- No, quienes se han criado con calefacción y duchas eternas no. Piensan de otra manera.

R.- No puede ser lo mismo. Ahora se duchan algunos más de una vez al día y tampoco creo que sea necesario. Con una ducha es más que suficiente y rapidita que se eternizan y luego venga vaho en el baño. Cuando me casé puse una ducha muy casera; antes yo no sabía lo que ducharse y te hablo de 1970 que tenía yo ya 24 años. Te digo que se duchan tanto porque lo tienen muy fácil. Antes no había ni cuarto de baño en las casas. Diles que vayan a mitad del patio con un cubo de agua fría… verás como no se duchaban tanto.

A.- La ducha ahora se deja abierta todo el rato y todo calor. Una barbaridad.

-¿Se puede sobrevivir sin tanta ducha y sin calefacción?

R.- ¡Bueeeeno que si se puede sobrevivir! Y más con esas ropas tan estupendas y esos anoraks que no les pesan.

A.- Sobrevivíamos nosotras y es verdad que no existía la calefacción, pero existía el invierno y más fríos que ahora.

-¿Y si vosotras lo hubierais tenido tan fácil como los hijos…?

R.- Pues hubiéramos hecho lo mismo.

A.- Cada uno va con sus tiempos, así de claro.

-Hay muchos avances que nos facilitan la vida, ¿a qué no renunciáis a ellos?

A.- Yo no, ¿cómo vamos a renunciar a ellos? Lo bueno bien está. Claro que nos hemos sumado a lo bueno, a la ducha en casa, en lugar de en el patio y con agua más que tibia. Y a la lavadora, la batidora, el coche… pero hemos vivido lo de antes y sabemos que uno no se muere.

R.- Yo lo que quiero decir es que no se pasaba tan mal sin ellos y se podía vivir.

“Hemos vivido lo de antes y sabemos que uno no se muere”                                       

-¿Y si a vosotras os quitan la lavadora? Tal vez eso sí se puede comparar con quitar ducha caliente y calefacción a quienes se han crecido ya con ello.                               

R.- Pues a lavar a mano, no me asusta.

-Qué prósperas te pones Rosario.

R.-Pues sí, sería una faena, pero si hay que lavar a mano no sería la primera vez. Eso sí, tampoco es ahora la misma cantidad de ropa que antes. Entonces había mucha menos y se cuidaba de no mancharla y estropearla.

A.- Claro, si nos quitan ciertas comodidades… pero no sería el fin del mundo.

R.- Para mí peor es que me quiten la vitrocerámica. Para mí es el gran invento. Guisar como se guisaba antes en la lumbre… eso sí que me fastidiaría mucho.

-Ángela, ¿tú qué electrodoméstico echaríais más de menos?

Yo… es que antes de la vitro guisaba con gas y claro… el gas también está caro. Pues yo las dos cosas: la vitro, la cocina de gas y hasta la lavadora.

-Está claro que de lo malo a lo bueno se pasa fácilmente, pero al revés es otra cosa.

A.- Yo pienso Laura que todas las cosas es que obliguen, que no haya más remedio. Y es bueno pasar primero calamidades y luego que venga lo bueno, porque así ya sabes lo que es una cosa y aprecias la otra. Lo que pasa es que nos siguen unas generaciones que han crecido ya en lo bueno.

“Es bueno pasar primero calamidades y luego que venga lo bueno porque así ya sabes lo que es una cosa y aprecias la otra. Lo que pasa es que las siguientes generaciones ya han nacido en lo bueno”

 -Todos entramos en la rueda del consumismo tarde o temprano, en mayor o menor medida.

A.- No podemos comparar. Sí, claro que entramos, pero poquito; es que ahora todo es necesario. Ahí está todo lo que se gastan en los arreglos de la cara y desde bien jovencillas ya están con retoques.

R.- No pueden pasar sin tantas cosas y venga ropa…

-¿En qué momento se dejó de heredar ropa, soltar bajos, poner rodilleras, dar la vuelta al cuello…?

R.- Cuando llegaron los chinos y se abarató la ropa. Yo siempre le hacía la ropa a mis hijas hasta que ya empezaron a querer otras cosas.

A.- Coser hemos cosido mucho y sigo cosiendo y haciendo algunos arreglos.

-Y ¿en qué momento se dejó de llevar la bolsa de la compra, de reciclar los cascos, los sifones, vender el papel, hacer trapos, echar los desperdicios al perro o gallinas…?

A.- Parece que ahora han descubierto el mundo con lo del reciclaje o al menos eso creen.

R.- Pero si íbamos a la compra con una cesta. Comprabas tomates y a la cesta y unas manzanas y a la cesta y llevabas tu tazón porque se compraba a granel y las aceitunas con el cazo, las sardinas en papel… Y ahora no se puede vivir sin plástico. En las escuelas nos daban leche por la tarde y cada uno con nuestro vaso de cristal.

-¿Y qué tal veis el cambio con la siguiente generación? La de los nietos.

R.-Eso sí que ha cambiado. Si tuvieran que vivir solo un mes como nosotras vivíamos, no podrían. Ahora lo que hace la gente joven no lo veo bien, gastan y gastan para irse a unos conciertos en medio del barro. Y eso de salir a tomarse algo por ahí parece obligatorio.

A.- Antes el que podía lo hacía y el que no, pues no. Ahora, tanto si puedes como si no, tienes que hacer lo que hace el otro.

R.- Ahora es que es general, todo el mundo parece que puede y es a costa de los padres que no quieren que sean distintos.

-Pues seguro que si tuvierais ahora esa edad haríais lo mismo y tú, Rosario, te irías a los conciertos en medio del barro.

R.- ¡Qué sé yo! Pero creo que hemos ido demasiado deprisa. Es todo tan diferente. Ahora está esto de la universidad, que eso antes no existía, y con menos de 18 años ya están fuera y en un piso con chicos y chicas. Eso no lo hemos visto nunca. Yo estudiaba en el pueblo con don Rodrigo, profesor particular, y me iba a examinar a Valdepeñas y tenía que venir alguien conmigo, ¿dónde iba yo sola?

A.- Pues yo si me pillara en esta época haría lo mismo que hacen ellos. ¡Madre mía! Me hice novia con mi marido con 14 años y mi madre me decía – dile que si te quiere que te espere para cuando venga de la mili-. ¿Cómo van a ir ahora a la feria con lazarillo? ¡No van a ser tan tontas!

“Pues yo si me pillara en esta época haría lo mismo que hacen ellos. Cada uno va con sus tiempos, así de claro”

R.- Pues sí, pero que yo creo que se puede vivir como nuestros hijos, que era un intermedio.

A.- Eso es verdad, ni tanto ni tan poco. Pero estos chicos no les puedes hacer el cargo porque no se dan cuenta y me refiero sobre todo a las nuevas generaciones.

R.- Pero es que déjales en mitad del campo y que les entre una apretura y que dónde, que cómo o que cómo y dónde me lavo las manos… No saben solucionar.

-Pues mucho, tienen que solucionar tal y cómo están las cosas.

A.- Miedo me da el futuro de estos chicos.

R.- Pues sí, mal futuro, con sueldos bajos, todo sube y con la cantidad de necesidades innecesarias que se han generado.

-¿Qué les podéis enseñar a los más jóvenes?

R.-Que aprendieran a trabajar lo primero, a aguantar y que sepan que el jefe es el jefe. Hay quienes se quejan mucho -porque me han dicho- y -no me voy a aguantar-. A no quejarse tanto.

A.- Que escucharan los consejos de los mayores, que es que no nos escuchan y tenemos que escucharles nosotros a ellos.

“Les pediría que escucharan los consejos de los mayores que es que no nos escuchan y tenemos que escucharles nosotros a ellos”

-Pero, ¿escuchabais vosotras a vuestros padres?

A.- Pues yo he sido un poco contestona, pero se obedecía.

R.- Los padres no hablaban, ordenaban.


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