Rosario e Isabel, cubo y bayeta en mano. Toca limpiar en el cementerio

“Nadie se acuerda ya de los rosarios, pero no falta la limpieza, las flores y la visita al cementerio”

Laura Figueiredo (27 de octubre de 2022).- Voy el lunes al cementerio y las veo salir cargadas de cubo, cepillo y escalera. No logro alcanzarlas, andan ligeras. Regreso el martes y allí me las vuelvo a encontrar otra vez ya cerca de la una y media con la misma carga, las paro y les pido una foto. Acceden y se despiden con “aquí nos puedes encontrar todos estos días, mañana y tarde”. Abren mi curiosidad y quedo con ellas un día más en el cementerio.

Son Rosario e Isabel Ramos de la Guía “y somos de los Pavos”. Me dicen que las puedo encontrar por donde los nichos limpiando “al lado de la Lola y frente a Manuel” (nombres ficticios). Me acerco y allí está Rosario con la espátula en la mano. Lleva más de treinta años limpiando sepulturas por encargo, la mayoría de vecinas que ya no pueden acercarse ni subirse a la escalera o agacharse para pintar. También hay alguna que no tiene tiempo “ahora todas trabajan fuera y como es normal entre unas cosas y otras no pueden acercarse”. Su hermana, Isabel, lleva también años echándole una mano y así entre las dos se apañan para que el día 1 de noviembre todo esté como Dios manda.

Este año empezaron la semana de limpieza el lunes y son 10 las sepulturas que llevan en la lista. Unas para limpiar y otras para limpiar y pintar “que son las que más tiempo llevan porque son de las antiguas”. Mientras, Isabel se entretiene con las letras para que luzcan bien sobre la lápida y es que “lo de sacar el polvillo entre letra y letra es jorobao” me dice.

Antes toca pasarse por La Paloma y aprovisionarse de todo lo necesario, luego mañanas y tardes limpia que te limpia para el Día de todos los Santos acercar hasta el cementerio a algunas de las vecinas que no pueden por sus propios medios. Allí llegan con las flores en las manos, un rato de silencio, paseo por el cementerio y vuelta a casa. Servicio completo.

Las dos hermanas llevan el suficiente tiempo yendo al cementerio los días previos al 1 de noviembre como para afirmar que estamos ante una tradición “que se conserva con mucha fuerza y no desaparece”. Y si la pandemia daba la puntilla a los rosarios, los velatorios en el tanatorio y los “cumplidos” por separado a hombres y mujeres, no ha podido con un rito que se repite año tras año y llena el cementerio de vida y de flores.

 -Rosario, te veo a ti y a tu hermana aquí ya tres días seguidos. ¿Tenéis tantos seres queridos en el cementerio que necesitáis tantos días?

Pues tenemos unos cuantos ya y claro que los atendemos, pero es que hago luego ajeno, lo de casi toda la vecindad. Son personas mayores o están trabajando, así que cuando hay que fregar, pues frego y cuando toca pintar, pinto. Es que llevo ya más de 20 años, quita más de 30 que empecé a venir a echar una mano por encargo.

“Es que llevo ya más de 20 años, quita más de 30 que empecé a venir a echar una mano por encargo”

-¿Tienes encargos de fuera?

No, la mayoría son del pueblo y con eso de que… -anda ya que estás, pues límpiamelo o pintas un poco que este año toca- y eso hago. Y como son de confianza, vecinos, familias y amigos y mientras pueda lo hago.

-¿Y este año cuántas lápidas tienes en la lista?

Diez y me faltan cinco, tres de pintar y dos de fregar y estas las dejo para lo último porque cunde más y no es como con la pintura que tienes que rascar. Y ya te digo que mientras pueda lo seguiré haciendo.

-¿Cuándo empezaste con los encargos?

El lunes y me voy organizando y me ayuda mi hermana y vamos más ligeras. Y luego, ya que lo tengo limpio, echo una foto y se lo enseño a las dueñas y todos contentos. Además, tengo dos o tres de traer el 1 con sus flores y en coche, pues no tienen cómo y las devuelvo a la puerta de sus casas.

“Luego ya que lo tengo limpio, echo una foto y se la enseño a las dueñas y todos contentos”

-30 años Conocerás bien el cementerio.

¡Puff! Pues como los del campo que se saben dónde están todos los coceros. Sé dónde está toda la gente.

-¿Alguna curiosidad que te haya pasado o anécdota?

Pues… sí, animales. He visto animales que se han muerto sus dueños y los he visto encima de la lápida, gatos y perros. Vengo y ¡anda! Ahí están, encima de la lápida. Mira el gato de mengano o el perro de fulano. Tengo un familiar que se mató hace muchos años y tienen un perro y a lo primero venía todos los días, salía a la calle y aquí todos los días. Y eso es verdad, no es de película de las de ese jalou o como se diga.

“He visto animales que se han muerto sus dueños y los he visto encima de la lápida, gatos y perros”

-Año tras año os juntaréis a limpiar las mismas personas.

Nos seguimos juntando la misma gente y para lo mismo y que nos sigamos juntando. Somos vecinos de cementerio. Esto es un patio de vecinos de los de antes, una comunidad que igual una te dice que le dejes la escoba o las tijeras y sin problemas. Como las antiguas comunidades y eso pasa y con ese cariño y esa cosa. Luego se termina y cada uno a su casa, ya nadie pide na y es que cómo tenemos de to.

“Esto es un patio de vecinos de los de antes. Somos vecinos de cementerio”

-¿Lo que más trabajo da?

Esto, rascar, darle maseja, luego tienes que darle otra mano… Lo de fregar es otra cosa que lleva su tiempo, pero tiras con el Volvone, Viakal, limpiacristales y bayetas y terminas antes que con esto de la pintureja. A mí las dueñas me dicen –tú haz lo que tengas que hacer y compra lo que se necesite y luego me lo dices-. Así que antes de venir, pues hay que pasarse por La Paloma.

-¿Ha cambiado la tradición de los preparativos del Día de todos los Santos? ¿Sigue con la misma fuerza?

Yo siempre sigo viendo estos días a mucha, mucha gente. Gente joven no ves porque están trabajando, hombres pocos o ya jubilados que vienen a ayudar a las mujeres o los pobres ya viudos que también se acercan y dan un repaso. Pero como te digo yo, hay gente que no puede venir por lo que sea y busca y paga, pero ese día el sitio está limpio y ya se ocupan luego de venir y poner las flores. La gente se preocupa de que esté todo adecentao y las flores las tienen ese día bien colocadas. Vienen muchas familias de fuera y la que no puede venir, pues llama a la floristería para que las lleven a tal o cual sitio. Y todo esto lo he visto y lo sigo viendo.

“La gente se preocupa de que esté todo limpio y de que ese día no falten las flores y quien no puede busca ayuda”

-Así que la tradición no cambia.

Pienso que no y dicen –¡uy con el tiempo!- y yo pienso que no, que esto sigue y sin cambios.

-Hemos necesitado una pandemia para dejar definitivamente el rosario y sustituir las dos filas del pésame de hombres y mujeres por una.  Parece que la pandemia no ha podido con el 1 de noviembre.

Cuando la gente estaba encerrada y no podía venir no se acordaba si había rosario o no, pero sí se acordaba del cementerio con –qué pena el sitio sin ir a limpiarlo, ¡cómo estará!- o ¡qué pena! Sin llevar flores-. Eso todo el mundo lo decía. La gente ha sufrido por no poder venir el Día de los Santos y es que esto tiene un algo, esto te llama y es que lo hemos vivido y visto toda la vida. Lo del rosario para muchos es un rollo menos y lo digo en el buen sentido de la palabra.

-¿Y piensas que los jóvenes seguirán viniendo?

Claro que sí. Cuando a ellos les falte alguien buscarán un rato para venir y cuando no tengan quien venga a limpiar y a atender el sitio les tocará y vendrán.

-Cuando ves una lápida sin arreglar, ¿qué piensas?

Yo digo – fíjate qué pena, qué lástima- y pienso que no tendrán un rato para venir.

-¿Ves más flores o menos??

Se ve lleno por todos los sitios. Antes, hace mucho, se traían crestas de gallo que las sembraban en los corrales para los Santos. Y eran flores de cementerio, ahora como todo eso ya no hay… pero sí hay flores de todas y ya también se mira que sean un poco más económicas que valen mucho y no está la cosa para mucho.

Se une Isabel, la hermana de Rosario, que viene de limpiar en otro sitio con escalera y más trapos. Entre medias se acerca una de las “vecinas de cementerio” para pedir una espátula. Rosario le da a elegir entre todas las que lleva en la bolsa.

-Isabel, ¿qué es imprescindible traer para limpiar en el cementerio?

Isabel.- Ganas de trabajar lo primero y cubo, bayeta, un cepillo, unos trapos para resecar y cualquier producto para sacar brillo a la lápida y si son de pintar, pues lo esencial es el aguarrás, la pintura, el rodillo, la brocha y lo que quieras.

-¿Piensas como tu hermana que esta tradición ha cambiado poco?

I.- Poco o nada. Aquí sigues viendo a la gente estos días limpiando como siempre se ha hecho y con las flores. Y siguen siendo más ellas que ellos las que atienden los sitios, eso tampoco parece que cambie mucho.

Y ahí quedan Rosario e Isabel, unas mujeres llenas de energía y vitalidad. Por la tarde volverán y seguirán con la lista de encargos; un trabajo que hacen con mucho respeto en un cementerio que conocen bien con nombres y apellidos y hasta apodos. Ellas son parte de que esta tradición se siga manteniendo en aquellos sitios donde ya no hay fuerzas o tiempo para limpiar, pero sí el deseo de que todo luzca bien el Día de todos los Santos.

 

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