Ramón Medina, La Criptanense y una aventura que unió a cinco pequeñas empresas ante las dificultades

Pie de foto: Ramón Medina tras su jubilación dedica mucho tiempo al voluntariado en Cáritas de Campo de Criptana

 

La Criptanense, un ejemplo de superación

La Criptanense, una pequeña gran empresa

Laura Figueiredo (17 de agosto de 2020).- Ahora que tanto hablamos de las dificultades de muchos de nuestros comercios y empresas locales no está mal recuperar una historia empresarial que sigue teniendo presente y que nos recuerda que los malos y buenos tiempos siempre han existido, también en nuestro pueblo. Es verdad que las cosas han cambiado y que casi nada es igual pero la necesidad y la voluntad de salir adelante en medio de los problemas continúan siendo una realidad. Hablo de La Criptanense.

Y es desde esta perspectiva con la que recupero una entrevista que hacía, hace ahora dos años, a propuesta mía,  y que sin responder a ninguna razón concreta es la única que figura en mi bandeja de –no publicadas-. En fin, el entrevistado es Ramón Medina Martínez y nunca me ha pedido explicaciones a pesar de que nos vemos con cierta frecuencia. Gracias Ramón y ya sabes que hay cosas que simplemente pasan sin intención ninguna.

Ramón lleva siete años jubilado, fue el último de los primeros en dejar de trabajar en una empresa que tanto para él como para el resto de sus fundadores fue toda una aventura que comenzaba en 1977. Una Criptanense que sigue llamando a nuestras casas y lo hace con la alegría de estar al pie del cañón y al lado de tantos vecinos que ven en ella parte de sus vidas. Y es que son muchos los años que esta pequeña gran empresa lleva entre nosotros;  años en los que el tesón y el empeño de unos pocos superaron obstáculos y problemas y en los que también supieron celebrar y disfrutar de los logros y aciertos.

En lo personal, Ramón Medina tiene claro que ha sido su fe en la Virgen María quien en todo momento le ha guiado a la hora de tomar decisiones. Una fe que renace cuando nuestro entrevistado se dirige a Ella con una sola petición, curarse del cáncer que padeció hace ya muchos años. Desde entonces Ramón y toda su familia viven una conversión profunda que agradecen al cielo.

 -Ramón, ¿en Criptana somos muy de sifón?

En toda España el sifón era algo frecuente. Pero es verdad que en Criptana somos muy de sifón aunque cada vez se consume menos debido a todos los refrescos de distintas maneras que han salido. Entonces, en aquella época, los sifones eran casi la base del llenado, del subsistir de la mayoría de los fabricantes.

-La Criptanense va por los 43 años entre nosotros y tú eres parte de esa historia.

Éramos cinco las empresas de gaseosas y sifones que funcionábamos en el pueblo. Eran pequeños negocios familiares que nos daban para vivir, pero no era como para tirar cohetes. Teníamos maquinaria muy antigua, la cual se fue desgastando y ya no encontrabas piezas para poderlas arreglar. El caso es que todas, antes o después teníamos que poner dinero para reponer maquinaria y esto suponía un extra muy grande para todos nosotros. De no haber hecho la agrupación en esos momentos, hubiésemos ido cayendo como fichas de dominó uno a uno como sucedió con todas las fábricas pequeñas de toda España.

-¿Quiénes fuisteis esos cinco magníficos?

(Se sonríe). A ver, estaba La Manchega de Ángel Carmona; José Agudo Olmedo con su cuñado José María como Hijos de Julio Agudo de la Calle Fuente del Caño, y por otra parte, José Agudo Quintanar con el símbolo Virgen de Criptana. También estaba Andrés Carramolino con la marca Ursi que venía del antiguo propietario de la maquinaria que se llamaba Ursicino y por último mi padre Ramón, con un tío mío, Francisco, y yo, con el nombre de la fabrica “El Oso Blanco”. Mi padre (q.e.p.d.), aunque fue de los que estuvo en el procedimiento de la agrupación, no pudo llegar a verlo iniciado, murió 8 meses antes.

Además, contamos con algunos socios capitalistas entre ellos Andrés Simón Barrilero, cuñado de José Agudo Quintanar, que estuvo trabajando en Alemania y el dinero ahorrado lo invirtió en acciones de la empresa. También invirtió una cuñada de Ángel Carmona, Ruperta Carramolino, que todavía sigue con sus acciones y un hermano de José Mª Martínez que vivía en Francia, también hizo su aportación.

-¿Y la unión hizo la fuerza?

Pues es que era lo que quedaba. José Agudo Quintanar y yo nos juntábamos todos los días en una tienda donde desayunábamos y allí empezamos a proyectar la aventura. Allí surgió la chispa de juntarnos y hacer una sociedad entre todos, las grandes superficies venían apretando y todos juntos haríamos más fuerza. Y así lo empezamos a proponer a todos y la idea fue fraguando y salió adelante. Se trataba de tener mayor capacidad de competencia frente a los grandes. Ángel Carmona se puso al frente de lo que en un principio fue una comunidad de bienes con el nombre FAES que era Fabricantes Autónomos de Espumosos, la marca era “La Criptanense Faes” con su domicilio en Calle Zorrilla, nº 9. Te hablo del año 1977 aunque el primer reparto no se me olvidará en la vida, fue el 24 de diciembre de 1976.   

“Se trataba de unirnos y tener mayor capacidad de competencia frente a los grandes. Y la idea fue para delante” 

-¿Qué pasó?

El 24 de diciembre de 1976 fue el primer día de reparto de la nueva empresa y llevábamos varios días sin repartir, terminando de montar la maquinaria, los electricistas, fontaneros y la fiesta de Navidad se nos echaba encima. La gente ya estaba esperando su sifón y la gaseosa que no podía faltar en las casas, (porque entonces no se consumía Coca-Cola ni nada de eso) solo dependían de los sifoneros, y más en plena Nochebuena. Estuvimos toda la noche anterior al reparto, sin dormir, llenando envases y envases y eso fue un caos. La gente pedía sifones por todos lados, hicimos cinco rutas para el reparto, teníamos que volver a recargar continuamente, llegábamos a la fábrica y teníamos que esperarnos a que nos llenaran los sifones. Perdíamos más tiempo en recargar que en repartir. En fin, que en más de una casa esa Nochebuena no hubo ni sifón ni gaseosa. Y nosotros sin tiempo para comer ni desayunar.

-Al comienzo había más voluntad que orden y concierto.

Al principio hubo mucha voluntad y poca organización como todas las cosas que comienzas sin una persona que lo organice anteriormente. Cinco rutas sobre mapa que no funcionaban. Una de las anécdotas fue que a las once de la noche, ya la gente con la pandereta, llegué a una casa y me dicen –pero si ya hemos cenado-. Así que lo mejor que pude hacer es guardar el camioncete e irme a mi casa a cenar yo. Y ya volvimos a salir el día 26 y empezamos por donde nos habíamos quedado. Llegabas y te decían –pero si por aquí ya han pasado y dos veces-.

-Has mencionado la calle Zorrilla, es donde sigue estando La Criptanense.

Desde el principio compramos allí el solar. Recuerdo que era un solar de unos hermanos y tenía 2.000 metros cuadrados y pedían dos millones de pesetas. Como no teníamos suficiente dinero, quedamos en comprar la mitad de mil metros y al año siguiente hacernos con el resto. El caso es que cuando fuimos a por los otros mil metros ya lo habían vendido. Más tarde, pudimos comprar otra bodega adjunta y ampliamos otros 800 metros.

 -¿Qué vendíais?

Gaseosa y sifón que siempre fueron la base de la producción y la venta, tanto antes como después de la unión. También bebidas refrescantes de color o gaseosas de sabor también elaboradas por nosotros. Tiempo más tarde, hicimos unos zumos que se llamaban 23-20, la marca era de una de las fábricas de Tomelloso que ya dejaron de fabricarlos y la cogimos nosotros y que coincidía con el número de la licencia del fabricante tomellosero. Y empezamos a repartir la cerveza Calatrava y leche Lauki.

-¿Cuándo pasáis a ser La Criptanense?

Pues ya en los años 90 hicimos una sociedad limitada para dar más consistencia jurídica a la empresa y es cuando pasa a ser “La Criptanense SL.” Pero hubo más cambios, es cuando Ángel Carmona y José María Martínez (de hijos de José Agudo, yerno) que llevaban la gerencia desde el principio, nos pasan la responsabilidad.  El 18 de julio del 1995  pasamos a ser los gerentes Andrés Simón Barrilero  y yo. Andrés (q.e.p.d.) muere a los pocos meses y entonces entra en su puesto Francisco José Carmona (hijo de Ángel Carmona) quien continúa al frente de la empresa.

-Y a seguir dando pasos y solucionando problemas.

Había que seguir dando pasos. Se empieza a generalizar el envase no retornable y hay empresas, con maquinaria, que con solo una persona desde un ordenador prácticamente lo hace todo: el llenado, no hay que lavar ya envases, el etiquetado, taponado, empaquetado... Todo automático mientras que nosotros seguíamos con todo manual a base de mano de obra. Mira, para que te hagas una idea, al principio de los principios  teníamos una  lavadora con un cepillo a un lado y otro al otro lado e ibas colocando botella por botella poniendo y quitando. Cuando hicimos comunidad la lavadora permitía lavar más de 80 botellas a la vez, era un poco más industrial. En fin, esto fue un continuo ponerse al día en tantas cosas… tocaba otra vez comprar nueva maquinaria y ampliar la oferta de productos.

 “Esto fue un continuo ponerse al día en tantas cosas…”

 -¿Qué productos fueron esos?

Registramos dos marcas, Molisol y Fati. El Molisol, un refresco sin gas con sabor a manzana y el Fati, un pequeño zumo similar al 23-20. Un nombre que puse yo en honor a la Virgen de Fátima  a la que tengo una gran devoción y que siempre me ha ido poniendo en el camino lo que iba necesitando. La maquinaria se renovó y mejoró con la compra a empresas que cerraban en los alrededores como, La Prospe en Alcázar y Rodri en Madridejos.  Pero es que nuestros vehículos eran una pena, había que ir empujándolos. Entonces tocó ir a los desguaces y buscar y negociar mucho. Recuerdo que llegamos a Ocaña que había cerrado la fábrica de gaseosas y fuimos a hablar con el dueño por si quería que le llenásemos sus envases y seguir distribuyendo ellos. Nos enseñó la fábrica que habían cerrado, y veo un camión abandonado y me dice que lo vende pero que no tenía ni pasada la ITV ni pagados los impuestos… Nos vinimos a casa sin venderles el embotellado, que ya lo tenía cedido a otra empresa, pero nos trajimos el camión por un precio como de desguace. Fue cuestión de ponerlo al día y darle un buen repaso. En fin, fuimos renovando el parque móvil y las cosas fueron funcionando. Hicimos una nave en la bodega que habíamos comprado, y se fue ampliando hasta que en el año 2007 dejamos ya de hacer fabricación propia tanto de gaseosas como de refrescos y nos dedicamos a la distribución en exclusiva. Quitamos definitivamente la maquinaria.

 “Fuimos renovando poco a poco la maquinaria y el parque móvil hasta que en 2007 dejamos de hacer fabricación propia y pasamos a la distribución en exclusiva”

-Debió ser una decisión difícil y triste.

Triste, esto fue un antes y un después muy marcado con la aparición de los envases no retornables. Hubo que reorganizarse otra vez, no había otra salida. Teníamos, reparto por las mañanas, por las tardes a llenar con 6 o 7 personas alrededor de las maquinas, cargar los vehículos para el día siguiente, reparto de bares y algún encargo que hubiera. Suponía mucha mano de obra o invertir mucho en maquinaria y es que hasta nos salía más barato comprar en las nuevas empresas que hacerlo nosotros. Nadie queríamos dejar de fabricar pero la realidad era la que era. Hasta decidimos quitar uno de los cinco repartos distribuyendo los clientes en los otros cuatro, haciendo el reparto un día sí y otro no.  Redujimos trabajadores y fue duro y complicado hasta que la gente se amoldó.

Unos tiempos difíciles porque además es que llevábamos tantos años haciendo lo mismo, trabajando en lo mismo... Nos habíamos criado entre gaseosas y sifones, barras de hielo y ya no quedaba nada. No sabíamos hacer otra cosa, pasamos de ser fabricantes de toda la vida a tener que ser distribuidores de otras marcas, cambiamos de oficio. Ten en cuenta que veníamos todos de ser “los sifoneros del pueblo”  y pasamos a ser “vendedores ambulantes”.

 “Fue triste, nos habíamos criado entre gaseosas, sifones y barras de hielo y ya no quedaba nada. Tuvimos que cambiar de oficio”

-Pero con el orgullo de seguir adelante con la marca La Criptanense.

Claro, eso era lo que nos quedaba. Ahí sigue adelante la Criptanense aunque con el registro sanitario de otras marcas que son quienes nos llenan las botellas. Fue la manera de no perder nuestra marca. Empezamos a buscar clientes de otros pueblos para distribuir todo lo que tenemos en almacén.

-¿Cuándo te jubilaste?

Me tocaba en octubre de 2012 pero no lo hago hasta  el 1 de enero 2013 cuando se hace el proceso de cambio de gerencia.

-¿Quiénes quedan  de los fundadores?

Pues de los originarios solamente queda Francisco José Carmona, que empezó con su padre en la empresa siendo joven. Y ahí  sigue él con Andrés Simón Agudo hijo de Andrés Simón Barrilero, fallecido. Los demás o ya han fallecido o ya estamos jubilados.

-¿Qué te queda de todos estos años?

Mucha alegría porque sacamos adelante una idea y la hicimos realidad entre todos. No es una gran empresa en cifras pero para mí es una empresa muy grande, llena de historia. Estoy muy agradecido a todos los que nos han ayudado a levantar esta empresa, porque sin ellos no podríamos haber llegado donde hemos llegado. Ha sabido ir adaptándose y además superar las dificultades propias de una dirección múltiple; éramos muchos jefes, a la vez que trabajadores, y fue muy difícil congeniar tanto genio y ponernos de acuerdo para dar respuesta a los problemas. Pero lo logramos y hoy La Criptanense sigue estando.

 “Para mí, La Criptanense es una empresa muy grande. Lo logramos y hoy La Criptanense sigue estando”

 -¿Cómo ha respondido Criptana?

Estupendamente, y siempre hemos estado muy agradecidos a su comportamiento y sigue reconociendo nuestro trabajo. Es una empresa del pueblo y nos quieren, es parte de la historia de Criptana.

 “La Criptanense es una empresa del pueblo y nos quieren, es parte de la historia de Criptana”

 

 -Has dicho que tienes una gran fe en la Virgen María ¿eres muy mariano?

Pues sí, llevas razón, pero todas las cosas tienen su porqué y te lo voy a decir a grandes rasgos. Hace muchos años tuve un cáncer de colon, entonces fue cuando volví a rezar con intensidad y a mirar el rostro de Dios con la mediación de la Virgen María. Salí de ello y entendí que el Padre me quería aquí por algo. Ni yo ni mi familias éramos practicantes, éramos creyentes pero sin mayor compromiso más allá de ir a misa… en las comuniones y bodas. Entonces es verdad que vivimos una conversión, y aún estamos dando gracias a Dios. Ella, la Virgen fue mi guía en todo momento, yo decía que era nuestra presidenta y nuestra abogada y salimos a flote gracias a Ella, y sigue siendo mi guía. Y así lo creo y así te lo cuento.

 -¿Qué le dices a los pequeños empresarios del pueblo en tiempo difíciles?

Bueno, yo no soy una voz autorizada. No he tenido ninguna formación y dejé la escuela pronto como tantos entonces. Lo que sí es verdad, es que a mí la fe me ha ayudado mucho. Les diría que la fe es un gran apoyo. En estos momentos de tanta confusión, se necesita pedir a Dios sabiduría e inteligencia y dejarse llevar por el Cielo para salir adelante con fe. Eso sí, hay que estar siempre al pie del cañón, no dejarlo todo al Cielo. Siempre vienen tiempos difíciles, pero siempre hay una pequeña luz en la oscuridad y hay que saberse levantar de las caídas. Hay que tener ilusión y ser tenaz en las dificultades.

“Ante las dificultades  hay que pedir a Dios sabiduría e inteligencia; hay que estar al pie del cañón; ser tenaz y no perder la ilusión”

 


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