Mila, Petri y Pilar Díaz-Ropero, tres criptanenses que dejan huella en Toledo

“Hojablanca ha dado voz a mucha gente”

Laura Figueiredo (10 de mayo de 2023).- Esta vez hablamos de tres hermanas criptanenses, de una librería, de un intenso activismo cultural y de un premio. A estas tres mujeres nos las encontramos en Toledo donde hasta hace unos años regentaron la librería “Hojablanca”.

Hablamos de Mila, Petri y Pilar Díaz-Ropero Olivares. Hijas de Josegre y Petri, ya fallecidos. Hermanas de José María, Jesús y Carmen. Sí, esta es la respuesta en Campo de Criptana a cualquiera que pregunte quiénes son estas tres hermanas con apellidos tan del pueblo.  Pero hablar de ellas en Toledo es hablar de más de tres décadas de libros y un sinfín de actividades literarias e iniciativas en torno a los libros y la lectura. Es hablar de la librería Hojablanca, toda una institución en la ciudad imperial y que nacía de las manos de unas jóvenes manchegas acompañadas por Demetrio Pérez-Grueso, marido de Pilar.

No hace mucho recibían, los cuatro, el premio “Ciudadanos de Honor” del Ayuntamiento toledano en reconocimiento a su aportación y trabajo por la promoción de la vida cultural de la ciudad.  Y curiosamente lo reciben cinco años después de que la aventura Hojablanca terminara o se traspasara a otras manos. Antes, en 1989 Hojablanca nacía con un concepto muy claro y abierto, ser más que un espacio de venta de libros en un Toledo donde no había una librería propiamente dicha y en la que en este terreno estaba todo por hacer.

Las tres hermanas han dejado huella en la ciudad y una anécdota: el curioso traslado que se hizo de Hojablanca a un nuevo edificio con el apoyo de una cadena humana en el año 2000 y acompañado de violines. Algo de lo que todavía se habla en Toledo y de lo que se seguirá hablando porque forma parte de las muchísimas curiosidades que alberga la ciudad.

Es Petri quien pacientemente me atiende en una larga y amena conversación por teléfono a las pocas semanas del fallecimiento de su madre.

  Las tres hermanas Díaz-Ropero junto a Demetrio Pérez Gruesa celebrando los 25 años de Hojablanca (foto ABC Toledo)

 ¿Qué tal estás Petri?  

Bien.

-Un año en el que se unen buenos acontecimientos con otros tristes y duros.

Sí, un año regular. Empezó muy bien con el premio de Ciudadanos de Honor de la ciudad de Toledo y luego muere mi hermano Jesús, y hace unas semanas mi madre. Es lo que hay y hay que aceptar lo que va viniendo.

-Vamos a quedarnos con ese arranque de año. Sois nombrados los cuatro Ciudadanos de Honor por el Ayuntamiento de Toledo tras cinco años desde que traspasasteis Hojablanca. ¿Sorprendidas?

Pues no deja de llamar la atención, al principio nos dejó un poco frías, parecía no tener mucho sentido. Luego la gente empezó a felicitarnos, antiguos clientes, personas asiduas a las actividades, gente que nos conocía… Gente que nos decía –nos acordamos mucho de vosotras-. Entonces ya nos lo terminamos de creer. Nos hicieron ver que habíamos dejado marca en la ciudad con una librería muy enfocada a la actividad cultural. Nos hemos sentido queridas por la ciudad y todavía nos dicen que nos echan de menos.

-¿Cómo empieza esta aventura entre libros?

Las tres nos fuimos a estudiar a Toledo. Primero Mila, COU, y luego Pilar y yo. Ella Magisterio y yo Historia y Geografía en el Colegio Universitario. Mila, empezó a trabajar en la librería Fuenteovejuna que era la parte comercial de una asociación cultural que se crea en Toledo en los 70 que reúne a 120 socios de muy diversas ideologías y se unen con el fin de hacer actividades culturales. Hablo de FOCUSA, Fomento Cultural Sociedad Anónima. Fuenteovejuna era parte del proyecto cultural y funcionó bien unos años. Yo entré a trabajar en la librería cuando Mila se va a otro trabajo y después ya se suma PIlar.  Un poco después Mila se va a Canadá a vivir. Éamos muy jovencillas y FOCUSA fue decayendo y se cierra.

-Y vosotras cogéis el testigo y seguís con vuestra propia librería.

Nosotras ya teníamos el gusanillo, en el año 89 decidimos montar una librería en la calle Santa Fe. Era un sótano pequeño y coqueto y abrimos Hojablanca con cuatro socios, a nosotras dos se sumaron mi cuñado Demetrio Pérez-Grueso, que trabajaba en la librería Universitaria y por un tiempo también estuvo un compañero suyo, Juan de la Cruz. Cuando vuelve Mila de Canadá se suma al proyecto.

-Hojablanca era más que una tienda de libros.

Sí, desde el principio fue un sitio también de encuentro y reunión, abierto a diferentes grupos literarios y actividades relacionadas con el arte. De este movimiento han salido otros proyectos como la revista Hermes de poesía que se ha editado hasta 2015 de una forma muy artesanal.  

-¿Cuándo os trasladáis a la calle Martín Gamero, 8?

Nos cambiamos en el año 2000, necesitábamos más espacio para libros y actividades. Hojablanca acogió más iniciativas y actividades culturales y seguían saliendo proyectos.

Cadena humana que trasladó por las calles de Toledo el primer libro de Hojablanca en Martín Gamero

-El traslado de una librería a otra es parte de la historia cultural de Toledo. ¿Cómo fue?

Con el local de Martín Gamero estuvimos un año de obras, estaba hecho una ruina. Durante ese tiempo eran muchos los clientes y asiduos a la librería que se ofrecían a ayudarnos en el traslado y decían –hacemos una cadena-. Había ganas de ayudar al nuevo proyecto. Pensamos que no era cuestión de cargar de mano en mano con cajones de libros pero sí con el primer libro que entrara en el nuevo local. En pleno mes de agosto hacemos la convocatoria y se fue pasando de boca en boca. Pensamos que en esas fechas no irían más de cuatro o cinco personas y resulta que se llenan las calles desde Santa Fe a Martín Gamero con todos aquellos que responden a nuestra llamada más la gente que se iba apuntando. Además, contamos con tres violinistas que iban acompañando al libro y así no resultaba tan soso. Yo estaba en la puerta de la nueva librería y de vez en cuando salía a la calle nerviosita, fue muy emocionante.

“El traslado del primer libro al nuevo local se hizo de mano en mano en una cadena humana por las calles de Toledo; fue muy emocionante y se sigue recordando”

 

-¿Qué libro fue el que pasó de mano en mano y el primero en entrar en el nuevo local?

Pues pensamos en el Quijote pero nos pareció mucho más acertado “Historia de Toledo” precisamente del escritor que da nombre a la calle, Martín Gamero. Marina Riaño, una conocida profesora de Toledo, fue la primera mano que cogió el libro en Santa Fe y en la estantería nueva lo colocó Antonio Martínez Ballesteros, dramaturgo toledano. Entre medias personas de todas las edades y de lo más variopintas. Y esa es la historia de ese traslado del que todavía se habla. Fue emocionante ver cuanta gente de alguna manera participaba en el nuevo proyecto y se consideraban parte del nuevo espacio

-¿Qué ha sido Hojablanca para ti?

Para mí y puedo decir que para las tres hermanas ha sido nuestra vida, ha sido mi vida. He conocido a muchísima gente y muy interesante. Nos hemos sentido anfitrionas de multitud de iniciativas que han surgido en Hojablanca. Nosotras acogíamos y la gente y los grupos respondían a una demanda cultural muy diversa.  Hojablanca ha dado voz a mucha gente.

“Para mí y puedo decir que para las tres hermanas, Hojablanca ha sido nuestra vida, ha sido mi vida” 

-Ahí está la larga lista de autores toledanos y no toledanos que han presentado sus libros en Hojablanca y que han participado en encuentros con autor.

Sí, han sido muchos, más y menos conocidos por el público pero todos con su aportación literaria. La lista es muy larga, algunos ya fallecidos como Vázquez Montalbán, Francisco Umbral o Mario Paoletti. ¿Quién más? Juan José Millás, Félix Chacón… autores jóvenes y locales, Martín Sotelo o Álvaro Moreno y las poetas María Antonia Ricas y María Luisa Mora. La escritora criptanense María Zaragoza y muchos, muchos más. Todos dieron vida a Hojablanca y a la cultura literaria en Toledo.

-Leo que fuisteis impulsoras de la Feria del Libro de Toledo.

Bueno, podemos decir que nosotras tuvimos la iniciativa y llegó un momento en que nos coordinamos y trabajamos a la vez con otras librerías de la ciudad. Ha habido una buena relación y se ha trabajado bien. Recuerdo que al principio salíamos a Zocodover con nuestra mesita llena de libros hasta que un año ya nos organizamos y se pusieron casetas y ya se ha ido mejorando. Lo que sí que hacíamos era coordinar las actividades de la feria.

-¿Cuándo acaba la aventura y por qué?

Bueno la aventura sigue su curso, ahora en manos de tres nuevos propietarios que inauguran una nueva etapa y es una forma de dar continuidad a la historia de Hojablanca. Para nosotras es el fin de una etapa y nos hemos dado cuenta que hemos dejado huella, treinta años que quedan en la memoria de la ciudad y eso es muy satisfactorio.

“Y nos hemos dado cuenta que hemos dejado huella, treinta años que quedan en la memoria de la ciudad y eso es muy satisfactorio” 

-Sé que tienes una anécdota que no se te olvida y fue con un niño.

Tres décadas entre tantos libros, escritores, lectores y actividades dejan muchas anécdotas, pero hay una que no se me olvida. Unos padres con sus tres hijos eran asiduos los sábados a la librería. Dos de los críos están cerca de mí hojeando libros y le dice uno, de no más de 6 años, al otro –yo he nacido para leer-. Sencillo ¿verdad? Pues lo recuerdo como una de las cosas más emocionantes.

-¿Os imagináis una aventura así ahora, en 2023?

Pues sí, me parece hasta más fácil. Ahora se lee más y se venden más libros y el papel no se ha hundido como se decía; el libro electrónico no ha llegado a funcionar como se esperaba. No sé, no lo veo tan difícil y además hay un mayor apoyo institucional y en general a la lectura. Sí, es una aventura muy interesante que ahora exige saber atraer al lector y comprador para que salga a encontrarse y disfrutar de un entorno que va más allá de la compra fría online. 

-¿Cómo es ese tipo de personas que tienen su librería de cabecera y acuden con frecuencia?

Hay mucha gente que le gusta ir a la librería, mirar, hojear, tocar, charlar, ver, leer… Nosotras hablamos mucho y no era extraño entablar una conversación sobre lo que se ha leído, propuestas, novedades, recomendaciones… Se llega a un trato más personal entorno a un tema que nos une, la lectura y los libros. Generalmente se dejan aconsejar y ellos también te descubren a ti títulos, autores…

-¿Es ahora más importante leer que cuando empezasteis con la librería?

Mucho más, ahora se es consciente de la importancia de leer e incluso padres que no leen, quieren e impulsan la lectura en los hijos. Siempre ha habido gente que ha leído y quien lee, lee mucho. Hay sectores que no leen nada y se jactan de ello, pero estos son cada vez menos. En los últimos años hay más interés por leer y de manera especial en la mujer.

“En los últimos años hay más interés por leer y de manera especial en la mujer” 

-Regalarás muchos libros.

Cuando tengo que hacer un regalo a un niño recién nacido yo ya llego con el lote de libros: uno de plástico, otro de tela y otro de cartón. Ahora, los niños tienen libros desde que nacen, antes esto no pasaba.

-¿Tú cuando empezaste a leer?

Nosotras no hemos sido grandes lectoras de pequeñas y jovencillas. Yo empecé a leer en la librería, cuando comencé a trabajar. Antes en el colegio no se leía, en el instituto los títulos obligados… Recuerdo haber ido a la biblioteca que tenía en Criptana un amigo de mi padre, José Antonio Sánchez-Manjavacas, y cogí y me leí “Genoveva de Bramante”, fíjate qué cosas y algún libro más, pero pocos.

-Autores y libros preferidos.

La lista es larga y me lo pones difícil, pero a quien le guardo fidelidad es a Luis Landero desde que leí “Caballeros de fortuna”. Luego en la lista está Paul Auster, Javier Marías junto a Pérez-Reverte, entre los españoles, además García Márquez, Vargas Llosa…

-Por lo que veo eres de novela.

Sí, las tres somos más de novela que de ensayo y poesía. Pilar y yo somos en general de novela y Mila, sabe todo sobre la novela negra además lee a una velocidad increíble.

-¿Qué relación tienes con Criptana?

Son mis raíces, es mi pueblo y un pueblo en el que se puede vivir bien. Percibo que hay muchas actividades, vida, ganas de conocer, de viajar y leer, interés por saber. Percibo un pueblo más abierto. Yo me fui con 18 años y mi relación han sido mis padres y poco más al margen de familia, primos y primas, con los que mantenemos lazos afectivos fuertes. Por demás, es verdad que no hemos conservado vínculos y me sorprende cuando hay personas que se acercan y me saludan y lo agradezco mucho.

“Mi relación con Criptana han sido mis padres y poco más al margen de familia, primos y primas, con los que mantenemos lazos afectivos fuertes”


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