Miguel Castiblanque Martín-Pueblas, de restaurador a carpintero

Miguel Castiblanque, monitor de restauración en la Universidad Popular

“Intentamos hacer milagros y hemos hecho más de uno”

Laura Figueiredo.-Lo que más le gusta es restaurar muebles y enseñar a restaurarlos. Lleva dieciocho años como monitor en la Universidad Popular de Campo de Criptana donde empezó y sigue como profesor de talla de madera. Unos cursos que a lo largo de todo este tiempo han sacado muchos muebles de los desvanes de las casas recuperando su vida o dándoles otra existencia nueva.

Es Miguel Castiblanque Martín-Pueblas, se inició en la restauración de la mano de Martín Domingo. Aprendió el oficio de carpintero después y con otro gran maestro, Francisco Torres. Ahora al taller de restauración cada vez llegan más muebles modernos y escasean los antiguos. En cualquier caso, siempre hay un arreglo y la clave está en aprender en primer lugar a valorar la pieza que se tiene entre las manos para luego, conocer el proceso de restauración paso por paso y tratar de ver el acabado final.

Para Miguel Castiblanque lo esencial es una buena limpieza desde el principio para así asegurar un buen final. También es importante cuidar el acabado al máximo pues si se hace bien se logra transformar un mal mueble en algo elegante. Hasta el taller de la Casa de Cultura llegan sobre todo muchas sillas aunque no faltan mesitas y escasean ya las cómodas y bancas que en un principio inundaban la sala de trabajo.

Nuestro restaurador sabe que parte de su trabajo, más allá de dar las primeras pautas, es también no dejar de animar a las alumnas, son muchas más ellas que ellos, en un proceso que es largo y puede llegar a cansar. Miguel Castiblanque también nos habla de su pequeño taller de talla de madera, un trabajo que es más complicado que el de restauración. En cualquier caso para él y para el alumno cada proyecto es un reto.  

Además, Miguel Castiblanque es uno de los muchos cofrades y anderos que cada Semana Santa sale por la calles de Campo de Criptana y lo hace desde su hermandad, la del Santo Entierro que asegura que lleva en el corazón.

 

 -¿Cuánto tiempo llevas como monitor en el taller de restauración de la Universidad Popular?

18 años cursos con este. Empecé en noviembre de 2002 pero fue primero con el taller de talla y dos años después me sumo al de restauración de muebles.

-Son muchos años ¿Sigue habiendo muebles y trastos que restaurar?

Quedan muchos trastos como dices tú pero muebles buenos ya van quedando menos. Los de cierto valor ya salieron de los desvanes hace tiempo y de vez en cuando llega todavía alguno. Da gusto cuando viene algo de calidad y con cierta antigüedad. Ahora lo normal es que se restauren muebles más modernos que transformamos y les damos otra vida.

“Cada vez llegan menos muebles con cierta antigüedad y llegan objetos más modernos que transformamos y les damos otra vida”

-Lo moderno ¿exige más creatividad e imaginación?

Hay que reinventar y renovar año tras años con nuevas ideas. La gente aporta muchas  y más ahora con Pinterest que es una fuente inagotable. Es algo que nos viene bien a todos  de tal manera que al final aprendemos unos y otros.

-Así que cuando hablamos de restauración no tiene porque ser de mueble antiguo.

No, ahora hablamos más del mueble moderno o viejo, según se vea, son muebles con 50 o 40 años. Más allá de los 70 u 80 años se considera antiguo. El moderno lo transformamos, son lacados, rechapados, con maderas que se limpian muy mal.

-Imagino que las calidades también son muy diferentes.

No tienen nada que ver. Antes era madera maciza y natural, hechos a mano y hoy en día todo mecanizado. Tablero entero de rechapado o aglomerado, cortas, armas y a vender.

-¿Qué muebles son los que más llegan al taller?

Pues sigue llegando alguna banca, alguna cómoda… mesitas, espejos y muchas, muchas sillas mejores o peores.

-En las casas se acumulaban muchas sillas ¿por qué se tendrían tantas sillas?

Pues que éramos más en las casas, había visitas y que por una mesa hay seis, ocho o doce sillas. Ahora somos cuatro como mucho en casa y ya no hay visitas y las silla son las justas. Solemos darles otro color, se encolan, se tapizan, se echan los asientos…

-Veo mucho mueble blanco en el taller.

En 18 años hemos pasado por todo. Desde los colores wengue que ya no se llevan nada a los blancos de ahora y cuanto más sencillo el mueble más gusta. El mueble antiguo era todo molduras, mucho recoveco, marquetería y ahora todo son líneas rectas.

-¿Qué te gusta más?

El mueble antiguo sin lugar a dudas.

-Veo que las alumnas son mayoría absoluta en tu taller.

Sí, pero también tengo hombres. Actualmente cinco o seis hombres y treinta y cinco mujeres. Mayoría más que absoluta.

-El caso es que son muchos años de taller de restauración y con dos monitores ¿Sigue habiendo suficiente demanda?

Hasta aquí sí; es más, hace ya unos cuantos años pude ampliar turno. Así que tengo cuatro turnos en los que se incluyen los alumnos de talla de madera.

-La gente llega, restaura un mueble ¿y se va?

Hay de todo. Tengo alumnas desde que empecé y que llevan conmigo desde el primer día. Depende de las ganas que se tenga de seguir restaurando o de lo que cada uno tenga en su casa. Mira, hay gente que se reinventa y se pasa a la talla de madera.

-En restauración, ¿pedimos milagros?

A veces vienen muebles desastrosos que si los ves en el vertedero les das una patada pero tras pasar por el taller salen armados y funcionando. Recuerdo un año que vino una librería, tipo buró, con dos huecos para persianas y se las hicimos y  funcionaron. Hace un mes se llevaron otro buró que también tenía la persiana deshecha y salió del taller perfecta. En fin, que muchos muebles piden un milagro y hemos hecho más de uno.

-En el proceso de restauración ¿qué es lo que más pereza da?

La limpieza inicial. Lijar es lo peor pero es esencial una buena limpieza desde el principio e insisto mucho en ello. Tiene que quedar perfectamente limpio y es que soy en esto muy “cansino” y exigente. Es la base, una mala limpieza termina en una mala restauración, quedan manchas, restos de barniz… El acabado también es muy importante porque puedes tener un mueble de muy buena calidad y si el acabado no es acertado desmerece. Por el contrario, un mueble de mala calidad con un buen acabado puede quedar muy elegante. Soy exigente conmigo mismo y con la gente.

“Lo que más cuesta es limpiar bien el mueble, algo que es esencial para una buena restauración”

-¿Hemos maltratado los muebles?

Pues algunas veces hemos hecho barbaridades con ellos. Han llegado con muchas capas de pintura, sin mayor cuidado o como dicen aquí –con muchas semanas santas-. Una mano de pintura o barniz cada año según llegaba la limpieza de Semana Santa. Así que toca lijar y lijar.

-¿Cómo enseñas a tus alumnos?

Primero les enseño a valorar el mueble que tienen entre las manos. Para ello es esencial que leguen a ver cómo va a quedar y sepan lo que hay que hacer paso por paso.

“Si valoras el mueble lo vas a tratar bien”

-No todo el mundo puede ver cómo va a terminar el mueble. No es fácil.

Ya pero yo sí lo veo y se lo trato de explicar con detalle al alumno.

-Restaurar un mueble es un proceso largo y cansado.

Por eso mi trabajo también es animar, animar y animar.

-¿La gente viene con la idea de lo que quiere?

La mayoría sí aunque algunos te preguntan y piden consejo. Ahí es donde te digo que Pinterest e internet en general ayuda mucho.

-¿Con qué mueble te quedas de los restaurados?

Me puedo quedar con muchas cosas. Un entredos, que es el mueble pequeño de entrada a la vivienda,  el buró de las dos persianas…. Cada mueble es un reto pero algunos lo son más y se te quedan grabados.

“Cada mueble es un reto pero algunos lo son más y se te quedan grabados”

-Está claro que hay más de sentimentalismo en los muebles que valor económico.

Totalmente, casi todos guardab más recuerdos y sentimientos.

-Háblame de la talla de madera.

Pues poco a poco se van sacando cosas con pocos alumnos, ocho que se unen al taller de restauración. Te voy a contar que hace años cuando se restauró el Convento, en la portada del callejón hay dos escudos de los Carmelitas Descalzos y eso se donó desde el taller de talla donde los hicimos.

 -¿Qué es más difícil la restauración o la talla?

La talla, tienes que ver siempre en tres dimensiones y si no lo ves no lo haces. Se necesita ser persistente, tiempo, constancia, experiencia. En talla el avance es lento y necesita más paciencia.

-Miguel eres una caja de sorpresas. Me dices que antes de carpintero fuiste restaurador ¿Lo normal no es lo contrario?

No sé si es lo normal o no pero sí ha sido mi caso. La culpa de que empezara con la restauración fue un poco de mis padres. En casa había una banca vieja de mis abuelos y buscaron quien la podía restaurar y fueron a Martín Domingo, el restaurador de aquí. Resulta que necesitaba que alguien le echara una mano y yo que los estudios no los llevaba muy bien pues allí que me mandaron mis padres. Con él estuve 6 o 7 años y desde el primer momento me encantó. Era mi vocación y aprendí mucho con Martín. Yo era mal estudiante pero era muy observador y curioso.

“Primero aprendí restauración de la mano de Martín Domingo y luego carpintería con Francisco Torres”

-¿Entonces se restauraban muchos muebles?

Muchos, yo recuerdo que estaba con Martín y tenía un montón de muebles para trabajar. Entonces empezaron los talleres de restauración en la Casa de Cultura con Miguel Palop. Por esos años, yo casi empezaba a aprender con Martín y claro me llamaba mucho la atención el pode enseñar pero no me sentía capacitado.

-¿Y cuando llega lo de ser carpintero?

Empecé a meterme en el oficio con el escenario de  Jesucristo Superstar hace 22 años. Allí conocí a Francisco Torres, entablé amistad y me ofreció trabajar en su taller como autónomo y me fue enseñando. Allí tuve una base muy buena y tuve esa gran oportunidad. Pero es que también estuve de molinero con Vicente Casero y Juan Bautista dos años con carpintería, restauración… Y siempre aprendiendo y ya lo último antes de estar por mi cuenta en mi pequeño taller fue con mi primo Jesús Castiblanque, en su empresa de construcción y esto ya era carpintería moderna para viviendas.

-¿Qué es lo que más te gusta de todo?

La restauración y la carpintería-carpintería. Tengo mi propio tallercito de apoyo a mi trabajo en la Casa de Cultura y cuando me toca montar una cocina disfruto pero si es una puerta desde cero disfruto mucho más.

-De esa carpintería- carpintería ¿qué queda en el siglo XXI?

Poquito. También es verdad que no se demanda como antes y como mucho te encargan algún mueble a medida o alguna puerta fuera de medida estándar.

-Dejamos la restauración y la talla para meternos en un tema en el que en Criptana no faltan seguidores, la Semana Santa. ¿Cuál es el momento de la Semana Santa procesional en Criptana?

Llevo involucrado muchos años en la Semana Santa de Criptana, como andero desde niño y sigo siéndolo y como cofrade ya sumo unos cuantos años. Allá por el año 1998 más o menos, empecé como colaborador en la junta directiva del Santo Entierro; en 2003 me presenté a las elecciones y entré a formar parte de la junta, hasta el día de hoy. Unos años de vicepresidente y ahora como vocal.  He  vivido grandes momentos y otros no tan grandes pero lo que sí es verdad es que llevo la hermandad en el corazón,  nunca he perdido la ilusión y las ganas de trabajar a pesar de los obstáculos que van saliendo en el camino.

“Llevo la hermandad en el corazón,  nunca he perdido la ilusión y las ganas de trabajar a pesar de los obstáculos que van saliendo en el camino”

-¿Qué diferencia hay entre andero y cofrade? ¿Un andero no es cofrade?

La diferencia de ser andero o cofrade es mucha. Para decirlo de una manera clara te diría que a la gran mayoría de los anderos les gusta todo el tema de los santos, de los pasos mientras que el cofrade siente la Semana Santa en pleno, Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

 


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