Luisa Fernanda Ayllón Ramírez, maestra agradecida a la vida

 Luisa Fernanda Ayllón, más de 40 años en el mundo de la docencia

“Llego a la jubilación con el agradecimiento de haber tenido un trabajo que ha coincidido con mi vocación. He disfrutado muchísimo”

Laura Figueiredo (6 de octubre de 2020).- El 4 de septiembre ponía final a una larga etapa docente, 44 años de maestra con el colegio Virgen de Criptana siempre como referencia. Años que le han permitido vivir un proceso con todas sus etapas: desde unos comienzos llenos de ilusión a un final al que llegaba como ella quería, en plenitud de facultades y dando el cien por cien. Se considera una privilegiada por haber podido dedicar toda su vida laboral a lo que más le gusta y lo que desde siempre fue su vocación, ser maestra.

Es Luisa Fernanda Ayllón Ramírez quien nos habla con la serenidad que dan los años de su trabajo, de los cambios, de lo que sobra y falta a su juicio en nuestro sistema de educación y sobre todo nos habla desde la experiencia y el enriquecimiento que le ha proporcionado el haber pasado por diferentes puestos y responsabilidades educativas. La cara se le ilumina cuando habla de sus niños; los de los primeros cursos que ya son bien grandes y los últimos que deja en medio de una situación complicada. Y es que Luisa Fernanda nunca podía imaginar que sus últimos meses como profesora los pasaría luchando contra la covid 19 en el hospital y por recuperarse lentamente en su casa. Ahora se abre una nueva etapa, la jubilación, a la que el tiempo le ayudará a adaptarse y a la que llega seguramente con la satisfacción del deber cumplido y con una enorme gratitud hacia muchos y con un gracias muy grande a la vida.

-¿Cuarenta y cuatro años de maestra o profesora?

Prefiero maestra porque se adapta mejor a mi forma de entender la enseñanza y va más allá de transmitir o comunicar algo. Implica, en mi entender, guiar, facilitar, acompañar… se ajusta más a la formación integral que siempre he pretendido.

-¿Título vitalicio?

Sí, cualquier vocación creo que es para toda la vida, no se olvida nunca. Cuando haces algo con mucha vocación no miras las horas, buscas avanzar y le dedicas tiempo a esa formación. Recuerdo que entonces, no había una formación específica para el profesorado pero tú misma te la costeabas y le dedicabas el fin de semana. Era sencillamente un ansia de aprender que era muy fuerte y lo hacías con gusto.

-¿Cómo has vivido el reinicio del curso desde la barrera? Un curso muy especial y distinto.

Muy complicado en mi centro, el Virgen de Criptana, y en todos. Incluso he tenido en algún momento la sensación, sabiendo que nadie es imprescindible, que abandonaba a mis compañeros y a mis niños en un momento en el que se necesitan muchas manos. Los he visto sufrir porque las instrucciones que llegaban desde la administración eran pocas y contradictorias, los recursos eran pequeños y había que hacer encaje de bolillos. Pero como siempre, cuando llega el momento de la verdad los compañeros empiezan a tirar de imaginación y con poco son capaces de hacer maravillas.

“Yo no he estado en muchos centros pero todos me han aportado experiencias muy diferentes”

-Hablas de “mi cole” y “mi centro” ¿Cuántos años has estado en el Virgen de Criptana como maestra?

Digo “mi cole” porque sin lugar a dudas es mi centro de referencia, en el que he estado la mayor parte de mi tiempo y además en tres etapas. Mira, es verdad que yo no he estado en muchos centros pero todos me han aportado experiencias muy diferentes. Empecé en el 74 en el colegio de las monjas, Ntra. Sra. del Rosario que me permitió conocer el funcionamiento de un centro concertado y de un ideario religioso. Dos años después paso a la enseñanza pública como funcionaria en prácticas y el Virgen de Criptana se convierte en mi centro de referencia y en esta primera etapa está la ilusión, la ganas de empezar y además me permite trabajar con alumnos de 7º y 8º  de lo que era la EGB. Cuando me nombran funcionaria de carrera voy a Solana del Pino y conozco lo que es la escuela rural, una aportación muy interesante. En el curso 81-82 paso a Pedro Muñoz, en el colegio Ntra. Sra. de los Ángeles y desde allí en el 83 entro como especialista en el Virgen de Criptana y es cuando considero que empieza mi etapa de madurez. Diez años en Infantil, en el edificio donde ahora está la guardería municipal por lo que estábamos apartados del colegio y alejados del resto de compañeros. Me encantó e hicimos muchas innovaciones pero es verdad que me sentía un poco sola y además con mucho cambio de compañeras de tal manera que no podía dar continuidad a proyectos y te cerraba horizontes.

-¿Y esa es la razón por la que te vas a trabajar al Centro de Profesores en Alcázar de San Juan?

Es que necesitaba un cambio y me surgió la oportunidad de trabajar en lo que era el Centro de Profesores y Recursos, en la asesoría de Educación Infantil. Ahí sigo creciendo profesionalmente durante 15 años y sigo aprendiendo de expertos y sobre todo de compañeros; me permite acercarme a muchos centros de la provincia y conocer sus formas de trabajar y métodos. Y ya cuando se cierran los CPRs pues vuelvo a mi cole y es la etapa final como maestra. Fue una vuelta un tanto complicada y necesité mi tiempo para adaptarme. Supone una etapa en la que puedes aportar mucho, experiencia y todo lo que has aprendido.  Nueve años, llega la jubilación y lo dejo de una manera un poco brusca pero he estado hasta el final en plenitud de facultades y dando el cien por cien.

“He estado hasta el final en plenitud de facultades y dando el cien por cien”

-Es una historia de continuo aprendizaje y cambios.

Siempre he creído que hay que ver la escuela desde diferentes cargos y ángulos. No es lo mismo ser un tutor de Primaria que de Infantil ni es lo mismo estar en un equipo directivo que en la formación o en un centro concertado que en uno público. Es muy interesante y les recomendaría a mis compañeros que no tengan miedo a asumir esos cambios que te ayudan a crecer mucho. Hay que pasar por cargos diferentes dentro de un mismo centro y estar abiertos siempre a lo que se puede aprender fuera. Igual que te digo que soy una convencida de que los niños aprenden desde la emoción y desde los aprendizajes significativos. Por ello siempre he buscado escenarios fuera del aula, salir del escenario estático de la clase como edificio.

“Siempre he creído que hay que ver la escuela desde diferentes cargos y ángulos”

-Un final un tanto abrupto dices. Nunca pensaste que tu último curso iba a terminar así.

Estás dando clases el día 10 de marzo, el 11 te vas a Belmonte con los niños de excursión, el 13 dicen que confinan y el 14 te vas a tu casa y el 22 te vas al hospital. ¡Una locura! Tu cabeza no asimila esos cambios. Siempre he tenido claro que el tiempo que estuviera en clase lo haría en plenitud de facultades y dando el cien por cien. Estar a tope hasta el último momento, marcharme con las botas puestas. Me daba horror cuando oía a algún compañero próximo a su jubilación que te decía –para lo que me queda no voy a hacer mucho más-. Eso me horrorizaba. Todo se vino abajo de la noche a la mañana, todo se fue al traste de un día para otro. Al salir del hospital no tenía ninguna fuerza y gracias a que mi compañera tiró y se encargó de mi curso además del suyo.

“Quería terminar mi trabajo en el cole dándolo todo hasta el último momento, marcharme con las botas puestas pero todo se vino abajo de la noche a la mañana”

-Confinada la escuela y confinada tú en el hospital.

Sí y de vuelta a casa, el 5 de abril, todo fue muy despacio. Mi marido y yo hemos ido recuperando fuerzas pero todo muy lento. De tal manera que pensé incluso el pedir una prórroga para terminar con el grupo de niños del nivel 3º-4º este curso. Pero ya me plantea el médico que me lo piense, que la situación que se presenta es difícil y que yo no estaba al cien por cien recuperada… En fin, me jubilo un poco antes de mi cumpleaños, el 4 de septiembre para no dar pie a iniciar el curso y tener que dejarlo a las pocas semanas.

-¿Con qué te quedas de todos estos años?

Con la alegría de los niños, sus ganas de vivir porque ellos han sido mi motor para crear, para inventar y sobre todo me han enseñado el poder del aquí y el ahora. Te enseñan tanto, es un continuo aprendizaje con ellos.

“Los niños te enseñan tanto, es un continuo aprendizaje con ellos”

-¿Qué sobra en la escuela? ¿Qué cambiarías?

En mi opinión sobra mucho currículum, habría que suprimir tanta burocracia, potenciar el intercambio de experiencias entre centros y compañeros porque es donde más se aprende. Si dependiera de mí, pediría a los que mandan que contaran más con los profesionales y trabajáramos todos por potenciar el reconocimiento social de la profesión que falta nos hace.

-¿Quién ha cambiado más los padres o los niños?

Ha cambiado la sociedad, los valores, las prioridades, la forma de vivir. No digo que cualquier tiempo pasado fue mejor pero es un tipo de vida distinto y todos hemos cambiado incluidos los maestros. En unas cosas evidentemente hemos mejorado y en otras hemos empeorado.

 “La sociedad ha cambiado y nos ha cambiado a todos incluidos los maestros”

-¿Qué se te pasó por la cabeza cuando viste el vídeo compartido en redes del grupo de escolares de Criptana amenazando y acosando a un compañero?

Laura, te respondo con otra pregunta -¿Qué estamos haciendo mal?

-Lo que sí que ha cambiado y más de una vez es la ley de Educación.

Yo he vivido siete leyes de educación y es un drama que no seamos capaces de llegar a un acuerdo con una ley que se mantenga en el tiempo. Continuos cambios, lo que hoy es mañana no es y lo peor es que cuando viene un cambio no te motiva, no te involucras porque a saber si sale adelante y por cuánto tiempo. Y más burocracia y más papeleo. Así no vamos a ningún sitio y esto es una asignatura pendiente; se necesita una mirada a largo plazo y que se cuente con los profesionales. Sufres.

-Y ahora otra etapa, etapa de jubilación ¿Qué tal estás?

Respecto al momento que vivo,  soy consciente de que tengo que empezar otra etapa desde el agradecimiento por haber tenido un trabajo que ha coincidido con mi vocación y que he disfrutado muchísimo. Ahora me encuentro en una etapa de transición aprendiendo a vivir de otra manera y espero seguir aportando cosas y creciendo yo. Está claro que se necesita tiempo y no sé cuánto será. Además, la situación ayuda poco pues nuestras actividades quedan limitadas, todo está en suspenso.

-¿Qué crees que van a aprender los niños de esta pandemia?

Creo que ya han aprendido cantidad de cosas y muy interesantes. Para empezar, en general la relación familiar les ha venido muy bien, el poder estar más con sus padres y hermanos cuando el día a día lo tienen generalmente lleno de actividades. A nivel emocional han aprendido a adaptarse y han madurado. Se han puesto las pilas en un uso de las nuevas tecnologías diferente, más allá del entretenimiento y el juego. Los niños tienen una capacidad de adaptarse mucho mayor que los adultos.

-Y la sociedad ¿está aprendiendo?

Conozco gente que sí y gente que parece que está en el limbo. Muchos, los que hemos vivido en primera línea o muy cerca la enfermedad de esta pandemia hemos aprendido a valorar aún más a la familia, vivir el momento, el presente, sacar jugo a las cosas. Ahí está la solidaridad que yo he visto en tantas personas… increíble y es que creo que la situación la hemos resuelto la gente normal y corriente que con lo que había hemos salido adelante y hemos reaccionado de forma espontánea. Ha sido una lección. Generosidad, solidaridad, humanidad a mi alrededor. Es verdad que cuando esto se vive de manera muy ajena no se toma conciencia de la gravedad. Hay gente muy superficial.

-Y tú ¿Qué has aprendido? Lo has pasado muy mal junto a tu marido, Jesús, los dos enfermasteis y estuvisteis hospitalizados en las peores semanas.

E l valor del día a día. Siempre estamos haciendo proyectos y planes de futuro en la vida, en el trabajo…  y el presente, el momento, es fundamental, valorar lo que tienes y desde luego la importancia de la salud que como no la tengas… Vivimos en un mundo consumista de cosas que no sirven para nada, te das cuenta que lo importante es lo sencillo, el tener a los tuyos cerca y poder desarrollar tu trabajo, el pode vivir en paz. Un paseo, una naturaleza… cosas que teníamos y a las que no mirábamos. Te subes a un tiovivo y empiezas a dar vueltas y vueltas y hasta que no hay algo que te tira al suelo no paras y es cuando piensas, aprecias, descubres… pero al final te vuelves a subir al tiovivo.

-¿Te volverás a subir?

Pues… posiblemente. Ya he pasado otras situaciones difíciles que han afectado también a mi salud pero si te subes te subes de otra manera, no vuelves a ser la de antes.

“Cuando la salud sufre seriamente ya no vuelves a ser la misma persona. Se queda un aprendizaje para siempre”

-¿Pasaste mucho miedo?

Pues sí pero la verdad es que he estado más preocupada por los demás que por mí.

-¿Y ahora? ¿Cómo ves la situación desde la experiencia de la enfermedad?

Es una situación muy complicada pero es verdad que la gestión de la pandemia ha dejado y deja mucho que desear. Ha habido y sigue habiendo mucha soberbia, ideología y falta de unión y coordinación; se necesita reconocer fallos y dejarse asesorar por quienes saben. Y ahí está la economía que es otro virus… Prefiero no hablar de miedo pero sí de mucha prudencia, hay que racionalizar el miedo y por supuesto no perder nunca la esperanza porque esto pasará. 

 

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