Los mercadillos, un cierre que ni los vendedores ni la clientela comprenden

Hablamos con algunos de los vendedores habituales en el mercadillo criptanense

Laura Figueiredo (20 de octubre de 2020).-  Llegó la pandemia con el confinamiento y el estado de alarma sanitaria en toda España. Dos meses y medio oscuros también para la venta ambulante de nuestros mercadillos. La luz se hizo a finales de junio cuando se levanta el confinamiento y los puestos  vuelven con una buena respuesta generalizada por parte de una clientela “que tiene ganas de mercadillo”. Pero el optimismo duró poco pues a finales de agosto la declaración de medidas especiales, por parte de la Consejería de Sanidad ante el aumento de casos Covid-19, se transformó en niveles que volvieron a cerrar las puertas de los mercadillos sucesivamente en los pueblos manchegos. Concretamente en Campo de Criptana lleva cerrado desde el 22 de agosto y la mejora de la situación desde hace unos días (se pasa de nivel 2  a nivel 1) no contempla la apertura del mercadillo y parece que puede prolongarse de cara al invierno  y ante unos meses complicados. “Y es que esto va para largo con unas perspectivas poco optimistas”. 

Hablo con algunos de los vendedores en Campo de Criptana para conocer de cerca su situación y su opinión ante una suspensión que no alcanzan a entender ni ellos ni la mayoría de las personas fieles a sus puestos todos los martes. Y charlo con ellos poco después de que a sus móviles llegaran los mensajes enviados desde el Ayuntamiento donde lo único que entienden es que el mercadillo sigue cerrado por otros 14 días a pesar de mejorar de nivel.

José Antonio Díaz-Hellín Panadero y Merche Violero Palomino son los dos vendedores criptanenses que abren puesto en su pueblo entre otras localidades próximas.

José Antonio Díaz-Hellín es pajarero,  criador nacional y vendedor y tiene su espacio en el mercadillo desde 1994 cuando se queda sin trabajo en la construcción. Durante todos estos años ha ido adaptando su puesto a las circunstancias y a una competencia cada vez mayor. Así, además de vender canarios, periquitos, ninfas, agapornis… suma productos de alimentación y cuidados. Lo que fue disminuyendo en estos años fue la lista de mercadillos a los que acudía mirando mucho hasta que punto salía rentable desplazarse hasta localidades lejanas como Sonseca. La alternativa está “en buscarme la vida con otros trabajillos”. Así José Antonio echa unas horas en un almacén de Alcázar de San Juan “porque ahora con tanto cierre no llegamos a ningún lado”. El porqué de la suspensión “no hay quien lo entienda cuando la gente se amontona en los supermercados y nosotros estamos bien ventilados”. Este pajarero criptanense afirma que “esto es casi como si nos mataran”.

“Esto es casi como si nos mataran”

 

Por su parte, Merche Violero ve el panorama muy oscuro. Vende ropa de niño, Modas Igma, desde los 0 a 14 años y tiene su salida principal en el puesto que pone en Campo de Criptana y en algunas otras localidades cercanas como Pedro Muñoz, donde sí puede seguir yendo todas las semanas, o El Toboso donde acude con una frecuencia quincenal. A Villafranca de los Caballeros dejó de ir porque no salía rentable mientras que el mercadillo de Miguel Esteban también tiene echado el cierre.

“Esto es una pena” asegura, “nos sentimos impotentes y supone la ruina para muchos”. Ella tampoco conoce los motivos por los que se suspenden los mercadillos. Me explica, que junto al aviso que le llega al móvil de que el mercadillo sigue cerrado se adjunta un documento de once hojas que no hay quien lo entienda “pues te lleva de una ley a un decreto y del decreto a otra normativa y… ni que fuéramos abogados”. Cree que quien toma la decisión “ha estado poco en un mercadillo y no se da cuenta que esto no es El Rastro”. En su opinión lo que hay que hacer es vigilar que las normas se cumplan y en el caso de Criptana hay espacio más que suficiente: tres metros entre puestos, pasillos anchos, dos vendedores como mucho por puesto, mascarillas, desinfección… Merche es de las que piensa que los vendedores ambulantes “somos de poca unión y poca protesta y cuando se protesta no sirve de nada”. Reconoce que hubo ayudas en un principio mientras que ahora todo se ha quedado en no cobrar desde los ayuntamientos. Mientras, nuestra vendedora sigue vendiendo ropa en su domicilio y con su página en Facebook. En fin, que “si antes estaban las cosas complicadas ahora muchísimo más”. 

"Creo que quien toma la decisión ha estado poco en un mercadillo y no se da cuenta que esto no es El Rastro” 

Francisco Naranjo y Agustín Romero: buscando alternativas

Francisco Naranjo y Agustín Romero decidieron unir fuerzas y juntarse para poder vender en Campo de Criptana sus productos. Sustituyeron el puesto en el mercadillo por un puesto en un local alquilado en la calle Sara Montiel.

Francisco Naranjo vende fruta (Frutas La Solana) y acudía puntual con su puesto todos los martes al mercadillo de Campo de Criptana. Y lo lleva haciendo desde hace más de 20 años aunque en la venta ambulante está desde los 14 años, edad con la que se puso a ayudar a su padre. Él es claro en sus afirmaciones: “somos de quejarnos poco y más de buscar salidas” aunque añade que “razones para la queja no faltan”. A la tienda que ha abierto junto a Agustín acude los martes y los viernes por la mañana desde bien temprano. “Supone más trabajo y más gastos pero hay que seguir vendiendo y más cuando hablamos de productos perecederos”.

La queja de Francisco es la misma que la del resto de compañeros de venta. “Ni yo ni la gente llegamos a entender el porqué del cierre de mercadillos” y más cuando tanto en Criptana como en Alcázar (con mercadillo también suspendido) hay espacio más que suficiente de tal manera que “si no te quieres hablar con nadie no te hablas”. Habla desde la sinceridad y prefiere no instalarse en la queja porque además se siente “ afortunado” ya que acude con sus frutas y verduras a Puertollano, La Solana y Villarta de San Juan donde, por el momento, las puertas están abiertas. Todo ello, asegura, a costa de "más trabajo, gastos y estrés y siempre con muchas dudas".

Tras el confinamiento, nos explica, que vinieron los meses de verano que fueron buenos y la gente respondió muy bien porque “hay ganas de mercadillo”. Ahora ve el invierno muy complicado y señala que habrá que esperar a diciembre para "contar cuántos negocios cierran”. A pesar de todo, Francisco no pierde la sonrisa y las ganas de seguir atendiendo a su clientela que en Criptana está respondiendo muy bien.

"Ni yo ni la gente llegamos a entender el porqué del cierre de mercadillos”

Por su parte, Agustín Romero sigue vendiendo su larga lista de tipos de aceitunas y sus berenjenas los martes por la mañana en el establecimiento que comparte con Francisco. Tiene su propia fábrica en Almagro (Berenjenas  y aceitunas Romero) y vende directamente en los mercadillos. Lleva en el negocio familiar toda la vida y viniendo a Criptana…- ¿30 años o más?-. Muchos en cualquier caso y esta es la primera vez que deja de llegar puntual a su puesto en el mercadillo criptanense. Ha visto también cómo de un día para otro cerraba Miguel Esteban y a Tomelloso acude por quincenas. Le queda Puertollano que es donde coincide con Francisco y deciden abrir juntos en Campo de Criptana “una manera, asegura, de compartir riesgo y así arriesgar menos". Agustín abrió tienda primero en Tomelloso, donde tiene más clientela y allí acude los lunes cada quince días.

Nuestro vendedor almagreño buscó alternativas desde un principio y durante el confinamiento decidió apostar por la venta online. Una salida que necesita una inversión importante y un tiempo para ponerla en marcha y ver los resultados. Mientras, veía como los ahorros iban disminuyendo. Además, tenía que hacer frente al pago a sus proveedores con las berenjenas y las aceitunas ya apalabradas y que compra directamente en origen.  Llegó el verano y con él la apertura de mercadillos y “empezamos a ver la luz y a ser optimistas”. La alegría duró poco y es cuando Agustín piensa en poner la tienda primero en Tomelloso y luego en Criptana. La venta va bien pero asegura que no es lo mismo que en el mercadillo donde siempre acude más gente que va a comprar un poco de todo.

Lleva muy mal la falta de razones lógicas que justifiquen la suspensión de los mercadillos y es más, lamenta que “al día de hoy nadie me ha explicado el porqué claramente”.  Ve bien la creación ahora de una asociación de vendedores ambulantes pero reconoce que es complicada la unión “porque al final bastante tenemos con buscarnos la vida. Necesitamos el dinero”. Y más cuando como dice Agustín “no sabemos ni cómo ni cuándo ni de qué manera va a terminar todo esto”.

"No sabemos ni cómo ni cuándo ni de qué manera va a terminar todo esto”

En esa búsqueda de salidas a una situación complicada y llena de incertidumbre hay vendedores que optan por la entrega a domicilio. Para ello, hay quien ha hecho uso de la propaganda a través del whatsapp por donde circula número de teléfono donde hacer el pedido, con el compromiso de llevar la compra hasta el domicilio del cliente.

"Hay ganas de mercadillo"

Así me lo decían también las mujeres, mayoría aplastante, que esperaban en la cola para poder entrar a la tienda de frutas, aceitunas y berenjenas en Campo de Criptana.  No encuentran razones para el cierre de mercadillos y enseguida se compara con otros establecimientos que están abiertos y a los que acuden también gente de localidades diferentes y encima en espacios cerrados.

Ante el hecho del posible perjuicio para el comercio local, la respuesta también fue clara: “todo el mundo tiene que comer”.

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