Las cruces, mucho más que una tradición

 El penitente coge la cruz, echa a andar y se aísla del mundo

Laura Figueiredo (31 de marzo de 2021/foto Hermandad Jesús Nazareno).- Una tradición que no deja de sobrecoger y sorprender. Los penitentes de Jesús Nazareno siguen recorriendo nuestras calles en las noches de los viernes de Cuaresma y este año se han hecho más presentes que nunca en medio de las miradas de los criptanenses.

El toque de queda a las 11 de la noche ha adelantado la salida de los penitentes en estas semanas previas a la Semana Santa. No era nada difícil verles ya a las 8 de la tarde frente a la Iglesia parroquial camino del Calvario por la calle Santa Ana. Generalmente en solitario, en camino y en absoluto silencio. Nada les perturba, ellos van en lo suyo y lo suyo es estar con Jesús Nazareno, con ese Jesús que también cargó su cruz y siguió adelante.

La pandemia no prohibió las cruces. Ellos llevan su particular mascarilla, guardan distancias en su recorrido solitario y callado.  Por el contrario, en este tiempo triste y duro las cruces han sumado más que nunca. Está claro que hay más por lo que pedir a Dios y más motivos también para dar gracias.

“Una promesa que tenía hecha” me dice uno mientras otro me cuenta que “esta vez es para dar gracias”. Pocos hablan, siempre escuetos en palabras y antes de comenzar el itinerario. A la mayoría les lleva salir con la cruz a cuestas la petición de sanar alguna enfermedad de un familiar o amigo cercano o el agradecimiento ante la cura de ese mal. Da igual, sea lo que sea es lo suficientemente importante como para buscar en Dios refugio y ayuda en muchas ocasiones a la desesperada.

Algún penitente hace tiempo me contó “yo no soy de misa ni de esas cosas pero Él está aquí dentro y ahí lo llevo siempre, es el Nazareno”. Lo que tengo claro es que quien sale una Cuaresma o todas las cuaresmas lo hace desde lo más hondo y profundo de su ser, con una fe que surge en la entraña y a la que no hay que buscar más explicación. “Esto, me dice un conocido, es algo grande”. Aquí no hay tradición que valga, aquí hay dolor, desesperación, agradecimiento infinito y una fe ancestral y muy humana. Aquí, no hay palabras que valgan.

"Aquí no hay tradición que valga, aquí hay dolor, desesperación, agradecimiento infinito y una fe ancestral y muy humana"

Las palabras son las oraciones, el rosario, el viacrucis o esa conversación que cada penitente lleva con Jesús Nazareno al que habla de tú a tú con la confianza de ser escuchado.

“Una tradición con pasado, presente y cada vez más futuro “

Miguel Ángel Muñoz Huertas, presidente de la Cofradía Nuestro Padre Jesús Nazareno y María de la Soledad Angustiada, nos cuenta que este año ha habido más penitentes que nunca y entre ellos muchas caras jóvenes que se estrenan como tales.

Por ello, Miguel Ángel asegura que las cruces es una tradición que no solo se mantiene sino que se acrecienta. A ello, está convencido que ayuda la situación de dolor e incertidumbre que estamos viviendo en esta pandemia de Covd-19. “No hay Semana Santa en la calle y la gente necesita y busca ese momento de encuentro con Jesús”.

El recorrido, el del la procesión de El Paso del Viernes Santo por la mañana. Madre de Dios, parroquia, algunos también paran en Santa Ana para enfilar hacia el Calvario por la calle Pasión y Amargura. Otro momento de reflexión y parada para retomar el camino por Reina Cristina, Paloma, Convento, Pozo Hondo con una nueva parada frente a la Cruz de los Caídos y ya el tramo final, Cervantes y Madre de Dios. Un recorrido que se hace en aproximadamente una hora.

  

La hermandad cuenta con unas 70 cruces con su túnica, capuz y cordón cada una y habitualmente están en la sacristía de la Madre de Dios desde donde se inicia el camino de penitencia. En esta ocasión, se optó por entregar las cruces a las personas que lo solicitaran y que las guardaran en sus casas durante la Cuaresma y el tiempo en que las iban a utilizar. Las cruces las hay de 25, 15 que es la más usada y 10 kilos. Entre ellos, los penitentes, no faltan ellas, las penitentes.

El presidente de la hermandad nos recuerda como en la procesión del Miércoles Santo salen más de 60 cruces, cantidad que llaga a los 200 el día grande, el Viernes Santo por la mañana. Entonces los hay con y sin cruces, con y sin cadenas o descalzos. Un número que no ha dejado de crecer en los últimos años. De hecho, se decidió colocar a la Banda Filarmónica Beethoven delante del paso pues quedaba perdida tras tanto penitente.

Por último, Miguel Ángel me advierte de que una vez que el penitente inicia su camino es casi imposible que detenga su marcha y rompa el silencio. “El penitente coge el camino, añade el presidente de la hermandad, y no mira a nadie, va concentrado en su rezo”. “Coge, termina diciendo, la cruz, el capuz, echa a andar y se aísla del mundo”.

“El penitente coge el camino y no mira a nadie, va concentrado en su rezo”

 

 


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