José Mari Flores Romeral dice hasta siempre a la Imprenta Flores

“Ha sido un placer dedicarme a este oficio”

Laura Figueiredo (diciembre de 2021).- Desde hace unas semanas en su pequeño escaparate no están las últimas publicaciones que habitualmente invitaban a leer, por el contrario hay dos carteles bien grandes que anuncian “rebajas 50%”. Y es que José Mari Flores Romeral se jubila, cierra la Imprenta Flores y 50 años de historia.

Sí, José Mari se jubila anticipadamente y lo hace con tristeza porque así no era como él y su hermana, Milagros, lo habían pensado. La falta de ella desde hace unos meses ha adelantado el calendario. Ella era la cara visible de la tienda, llevaba la papelería y librería y atendía a los clientes tras el mostrador. Él se centró desde el principio en el trabajo de imprenta y lo habitual era verle al fondo del estrecho local delante de un ordenador o junto a la impresora. 

José Mari es un hombre de rostro serio y de pocas palabras. Necesita su tiempo y sin prisas se descubre como un buen conversador con mucho que contar. Y eso mismo es lo que ocurre en esta entrevista que terminó convirtiéndose en una agradable charla ya con grabadora apagada.

Nuestro tipógrafo nos habla de los inicios, de lo que fue Gráficas Flordi para pasar luego a ser Imprenta Flores en 1971. En 198o se hace cargo del negocio al fallecer su padre y se potencia la papelería y librería. Los años le han llevado a superar los retos de una tecnología que ha avanzado muy rápido y en poco tiempo pasó del trabajo manual al mundo digital para terminar manejando el Photoshop, el PageMaker o el Corel casi con los ojos cerrados. Se abría un abanico de posibilidades inimaginable en el que la creatividad sigue siendo la primera exigencia.

José Mari ha aprendido en su trabajo a ser paciente para poder aprender; de los clientes ha recibido mucho cariño y ha descubierto entre ellos a muy buena gente. Cierra con la satisfacción de haber trabajado lo mejor que ha sabido y podido y con un gran agradecimiento a la gente. Lo que sí que no ha logrado nuestro entrevistado en todas estas décadas es que la gente hablara de Imprenta Flores en vez de Flordi, algo que no le ha molestado en absoluto y en lo que tampoco ha puesto empeño en corregir. Para muchos es Flordi quien se jubila y quien cierra su imprenta y papelería.

Ahora José Mari disfrutará simplemente de tiempo para hacer lo que más le gusta, leer y ver películas, y para descubrir un mundo más allá de su pequeña tienda en la calle Castillo tras casi cincuenta años de trabajo en la Imprenta Flores que para muchos sigue siendo Flordi.

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-¿Cómo estás?

Ahora mismo, triste.

-Imaginabas otra jubilación, en unas circunstancias muy diferentes.

Por supuesto. Esto estaba pensado dejarlo de otra manera, para nada con la falta de mi hermana que ha sido lo que ha precipitado el asunto. Dejarlo había que dejarlo tarde o temprano por la edad pero no estaba previsto tan deprisa.

-¿Te parece deprisa después de tantos años trabajando en la imprenta y papelería?

Pues mira desde poco antes del 75 y oficialmente desde el 80 que murió mi padre y nos quedamos mi hermana y yo.

-Casi 50 años.

Gráficas Flordi se crea en el 51 con dos socios, Santiago Flores, mi padre, y José María Díaz-Hellín. Ellos trabajaban en otra imprenta y cuando vienen de la mili se ponen por su cuenta los dos juntos. Se separan en el  71 tras 20 años. Es entones cuando se crea la Imprenta Flores y empiezo a aprender con mi padre y mi hermana se une en el 80 y desde entonces siempre juntos.

-A ti siempre te hemos visto en la trastienda mientras que tu hermana, Milagros, estaba de cara al público.

Sí porque en aquellos años y durante muchos funcionaba la imprenta y yo me encargaba de ella y Milagros de la papelería. Luego el progreso cambió mucho las cosas y la imprenta como tal fue cayendo y la papelería fue funcionando más. El progreso con la técnica trajo otra manera de hacer las cosas. Yo estudié tipografía y mi oficio es tipógrafo y eso se transformó en diseño gráfico y en programas informáticos de diseño.

En las imprentas dejamos de ser tipógrafos para convertirnos en diseñadores gráficos

-Y ahí empezó a caer más la imprenta.

No, lo que ocurrió es que se transformó. Todo cambió y con ello yo me transformé y pasé a trabajar con diseño gráfico; no hubo más remedio. Cambió todo prácticamente y ahí estuvimos para aprender y la mayoría de los de mi oficio lo hicimos de forma autodidacta.

-Dejasteis de mancharos las manos de tinta.

Las manos y la ropa. La tecnología ha traído inmediatez, rapidez; ha traído al diseño cosas muy bonitas que antes eran imposibles de hacer o muy costoso. Se ha abierto el abanico. En la Escuela de Artes Gráficas había poca gente y ahora en las escuelas de Diseño Gráfico se apunta mucha gente, todos quieren ser diseñadores. Mira cuántos alumnos hay en la de Tomelloso. Lo malo es que se perdieron muchos puestos de trabajo y ahora hay demasiados diseñadores para poca oferta. Y ni tan siquiera te digo que esto sea una consecuencia mala, es el progreso antes y ahora.

-Flores y Flordi  ¿No has conseguido que te llamen Flores en todos estos años?

No, no lo he logrado, sigo siendo Flordi para mucha gente pero a mí no me importa y es que tampoco lo intenté. Somos Imprenta Flores pero a estas alturas para muchos seguimos siendo Flordi y es algo que no me molesta para nada y en lo que es verdad que tampoco he puesto empeño. Hay gente que viene y cree que Flordi es apellido pero que tampoco les he llevado la contraria.

Para mucha gente hemos seguido siendo Flordi pero es una cosa que nunca me ha importado ni molestado

-¿Qué se imprimía en el Flordi inicial?

Muchas cosas. Carteles, entradas para el teatro, cine, programas de feria, Semana Santa, publicidad, talonarios para las bodegas, tickets de báscula, tarjetas de visita, de boda, de comunión. Yo empecé aprendiendo a hacer tarjetas de visita, boda y comunión que era lo más sencillo. Y se trabajaba letra por letra y era todo muy laborioso. Carteles de fútbol y los carteles se siguen haciendo pero se ha generalizado y ahora son muchas las personas que optan por hacerlos ellos mismos con unos programas informáticos muy asequibles. Y se hacían sobres y cartas con sus membretes y ahora nadie escribe una carta.

-¿Hasta cuándo ha funcionado Imprenta Flores como tal?

La imprenta ha estado funcionando hasta el final, hasta hace unos meses. Hemos trabajado para fuera, últimamente para parroquias de Madrid aunque curiosamente nunca lo hemos hecho para la parroquia de Criptana. Y yo me lo hacía todo. Tuve que aprender a manejar las impresoras y los programas de diseño de manera autodidacta. Me sirvió mucho haber estudiado tipografía porque es la base del diseño gráfico. Medidas, cuerpo, mancha, tipo de letras, tamaño… no me sonaba a chino. Todo ha ido cambiando muy deprisa, a toda velocidad: tipografía, linotipia, offset… hasta llegar al diseño digital de ahora. Lo que antes tardaba en evolucionar décadas ahora en tres o cuatro años te da la vuelta con otra  forma de trabajar y una demanda diferente.

-Si tu padre levantara la cabeza…

Siempre pensamos mi hermana y yo que si mi padre levantara la cabeza y viera los ordenadores diría -a por ello-.

-¿Qué has hecho que recuerdes de manera especial?

Pues había una cosa que me hacía mucha ilusión. Una revista que hacíamos para la Puebla de Montalbán, era un sacerdote y hacía varias veces al año una publicación muy laboriosa a dos colores. Y nos levantábamos mi padre y yo muy temprano porque había que hacerla a mano; luego ya compró mi padre una máquina automática y la cosa se aligeró un poco.  Era trabajosa y la hacía con mucha ilusión, era un reto y se hacía con linotipia no con tipografía.

-¿Crees que se aprecia vuestro trabajo?

No, el trabajo que hay detrás no. Hay mucho trabajo detrás de un programa de Semana Santa o de feria y eso lleva mucho tiempo. Parece que lo hace todo el ordenador y no, detrás hay mucha creatividad y conocimiento y eso no se valora. El ordenador facilita mucho pero hay que crear y tener gusto. Hay gente que hace cosas muy bonitas y muy bien trabajadas, con muchas ideas y capacidad creativa; les pones un ordenador y hacen virguerías.

.-Por tus manos habrá pasado mucho papel.

Mucho, calendarios de sobremesa, de bolsillo, agendas, recambios… El papel se ha convertido en una pantalla digital, es un lenguaje binario.

El papel se ha convertido en una pantalla digital, es un lenguaje binario

-Independientemente de las últimas circunstancias ¿Satisfecho y contento con tu trabajo?

Mucho, mucho. Yo aquí queja no tengo ninguna, mi queja es que falta mi hermana. Yo aquí he echado muchas noches y días, he conocido a mucha gente y la gente se ha portado muy bien y ha demostrado quererme. A la gente más que agradecido. También ha habido malos ratos pero han sido muchos menos que los buenos. En los primeros años se trabajaba mucho porque era muy laboriosa la imprenta luego ya disfrutabas de otra manera. Antes disfrutabas cuando veías que las cosas a las que dedicabas mucho tiempo y trabajo salían bien y luego ha sido la satisfacción de ir superando retos. Yo me he llevado bien con los colegas, con cualquiera de ellos. No tengo ninguna queja, tal vez que me hubiera gustado trabajar más aquí en el pueblo pero tanto si he trabajado mucho como poco en Criptana estoy muy agradecido. Me jubilo sin ninguna queja con nadie no sé si alguien la tendrá conmigo. He trabajado lo mejor que he sabido y podido.

La gente se ha portado muy bien conmigo y ha demostrado quererme.

-¿Qué te ha enseñado tu trabajo?

Pues a tener mucha paciencia. Siempre paciencia para aprender al principio y para seguir aprendiendo hasta el final. Te decía que lo digital quita muchos puestos de trabajo pero también te da muchas oportunidades para aprender.

-¿Y de la gente qué has aprendido?

Pues no sé… cariño. He visto ejemplos de muy buena gente en este pequeño local. De los que no  sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha; gente que hace una labor importante en muchas cosas a las que no se da importancia. Cuando mi hermana estaba en el hospital… he sentido mucho el cariño de la gente entonces y antes.

He visto ejemplos de muy buena gente en este pequeño local

-Papelería y librería, revistas y periódicos ¿Desde cuándo?

A partir de la muerte de mi padre empezamos a traer más papelería, revistas, libros. Mi hermana lo disfrutaba mucho y siempre decíamos lo mismo los dos –si nos tocara la lotería íbamos a quitar todo y poner solo librería- Pero de una librería no se come, es muy romántico, se disfruta mucho pero… la gente lee poco para lo grande que es leer. Procurábamos traer libros que no se conseguían fácilmente o que eran más difíciles leer. Quisimos tener un poco de todo y es cierto que se leía más el Planeta que el ensayo o la poesía. La venta de libros se ha incrementado y pienso que la pandemia ha ayudado a descubrir que existe el libro y nos ha dado tiempo para leer. Cuando no teníamos un libro en la tienda siempre recomendaba la biblioteca y no me he cansado de decirlo. Creo que sigue siendo una gran desconocida.

-Solo dos preguntas más.

Las que quieras.

-Pues serán más de dos. ¿Y ahora qué José Mari?

Pues ahora ver cine que siempre me ha gustado. Un amigo, Francisco Quintanar, el director de Cine de Barrio, y yo íbamos los dos siempre al cine aquí, al Rampie y al teatro Cervantes donde estaba mi abuelo de taquillero y veíamos una y otra película. ¿Qué más haré? pues disfrutar del tiempo porque aquí ha sido de lunes a domingo y me veo raro e incluso me ven raro cuando me cruzo con alguien un domingo fuera de la tienda. Y leer, llevo tres libros al retortero “El arte de pensar”, “La leyenda dorada de la filosofía” y “Kant y el cristianismo”.

-Dudo que esos sean los libros que más hayas vendido en todos estos años.

Pues no. Los que más se han vendido han sido “Versos satánicos” (1988) de Salman Rushdie a quien se le declaró la guerra santa y vivió amenazado, “El hijo de todos” de Miguel Ángel Mellado sobre Miguel Ángel Blanco que fue asesinado por ETA y ahora Feria de Ana Iris Simón.

-Dices que eres muy cinéfilo ¿Una película?

“Desayuno con diamantes” y española “El verdugo”.

 ¿Cómo ves Criptana desde tu local?

Lo veo ahora un poco triste, apagado, hemos cogido miedo y con razón. Desde hace años veo domingos de calle Castillo vacía, deprimente. Nada que ver con la calle de los domingos de los años 70 e incluso 80. Esa calle era la analógica y ahora es la digital. Antes había relaciones sociales, personales y había que salir a encontrarse y hablar y ahora está la pantalla por medio. Todo cambia.

 

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