José González Castillejos y el final de la Buena Estrella

 La Buena Estrella cuelga el cártel de “Liquidación total por cierre”

La Buena Estrella, fin de una historia de tres generaciones

Laura Figueiredo.-Todo tiene un principio y un final. Y hasta La Buena Estrella ha llegado al final de una historia de más de cien años. Su dueño, Pepe González Castillejos, ha decidido echar el cierre viendo un presente complicado y un futuro en el que la Buena Estrella no tiene espacio.

Pepe nos cuenta que ya está bien, es más de un siglo de historia de un comercio que llegó a serlo todo y que sigue teniendo de casi todo pero en unos tiempos en los que hace años Alcázar o Madrid empezaron a mandar y donde ahora Amazón se ha convertido en una Buena Estrella online.

Seguirá todavía unas semanas más tras el mostrador despachando a todo aquel que se acerque y abra la puerta donde cuelga el cartel “Liquidación total por cierre” acompañado de otro que anuncia “Descuentos hasta 70%”. Tras ese mismo mostrador nuestro dependiente lleva trabajando desde los 12 años y son ya 76 los que suma en su DNI. Me invita a echar la cuenta y a comprender que está cansado y que “con el plan que lleva la cosa no se puede seguir”. Es mucho trabajo para uno solo  y muchos gastos para contar con una persona contratada. En los últimos años era su hija Gema quien compartía mostrador con su padre pero las cosas han cambiado y lo que antes era un futuro seguro ahora ni siquiera se vislumbra.

Entre una y otra lamentación Pepe cierra con la satisfacción de haber hecho bien su trabajo. Le duele dejar una clientela muy fiel y buena, sobre todo en el barrio aunque hasta la esquina de la Calle Santa Ana llegaba gente de todo Criptana y de otros pueblos en busca de lo que no se encuentra fácilmente y que Pepe seguro que guarda en algún rincón o cajón de su tienda.  “Me da pena, mucha pena- dice nuestro dependiente- porque es mi vida, mi rutina y me siento muy a gusto en mi tienda y entre mi gente”. Nos confiesa que si ha tenido la puerta abierta tantos años -es por ese cariño que coges a este trabajo, a la gente y  hasta al tiote de la boina que era de mi abuelo-.

Por el contrario, Pepe reconoce no haber cumplido su sueño, el haber ampliado la tienda, creado un gran almacén y haber dado trabajo a todos sus hijos (y son siete). Ellos han estudiado, son otros tiempos y la mayoría están trabajando. “Yo no contaba con que las cosas iban a cambiar tanto”. El testigo que recibió de su padre cuando le dijo: - tú quédate aquí que vas a estar mejor que en otro sitio, vas a ganar más y vas a estar más a gusto- ya no tiene quien lo recoja en una cuarta generación. “Entonces, añade Pepe, se pensaba de otra manera, miraba a mis hijos y esa era mi ilusión”.

Entre el pesimismo no falta el optimismo cuando mira a un pasado en el que ha habido épocas muy buenas cuando la ferretería funcionaba muy bien, se cortaban cristales a medida bajo grandes pedidos y se vendía todo tipo de herramientas más hilaturas, pequeños electrodomésticos, droguería, alimentación, textil… Nos recuerda que la Buena Estrella también fue paquetería y tenía un teléfono público cuando pocos en el pueblo disponían de él en sus casas.

La Buena Estrella se siente orgullosa también de mantenerse intacta, tal y como era en sus comienzos en la calle Santa Ana: sus bovedillas y los mostradores de entonces, de madera y hechos a conciencia hace cien años. Y es que ese ha sido precisamente el atractivo de una tienda donde Pepe no ha necesitado curso alguno de escaparatismo para recordarnos el calendario año tras año: vendimia, poda, Semana Santa… Precisamente, la tienda ha tenido el atractivo de no haber cambiado en un siglo. Si allí hubiera entrado el siglo XXI la Buena Estrella hubiera perdido su encanto.

Mientras Pepe charla conmigo no dejan de entrar vecinos. Que si una docena de huevos; que si una garrafa de lejía; que si has vendido ya el caballete; que a cuánto me dejas esto y lo de más allá… Hasta el Varón Dandy de toda la vida se lo lleva Manolito mientras no para de decir -¡qué lástima! ¡qué lástima! ¡qué tristeza de pueblo!. José María, otro cliente que entra con más prisa, resalta lo dispuesto que siempre ha estado Pepe y como en la Buena Estrella se encuentra de todo “menos una hélice de avión, puedes pedir lo que quieras”.

Ahí dejo a Pepe hablando con Santi recordando al abuelo, al padre y al tío de Pepe y la alegría de la calle Santa Ana cuando había dos barberías, la frutería de Confite, la carbonería...

Última pregunta- ¿Pepe qué vas a hacer con el maniquí?

Pepe.- ¿con el tiote de la boina? Pues a ese hay que hacerle un monumento. Era de mi abuelo y ese no lo vendo. Mira, aquí lo tienes vestido de caballero para la ocasión.

Y ahí les fotografío a los dos, a Pepe y al tío de la boina sin boina.

Ahora, Pepe descubrirá que hay más vida más allá de la Buena Estrella. Piensa dedicarse a pasear y seguirá charlando con unos y con otros ya sin mostrador por medio.

 


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