“En este tiempo de parada y congelación necesitamos la energía y fuerza de un Beethoven, un Bach o un Haydn”
Laura Figueiredo (8 de febrero 2022).-La música la respiraba desde bien pequeño en su familia, con un padre melómano y unos hermanos que ya estaban en el conservatorio. Fuera de casa estaba Criptana, la Banda de Música Filarmónica Beethoven y el conservatorio. Todo ello le empujaron a seguir y seguir adelante y llegar hasta donde ahora mismo está, primer chelo de la Orquesta de RTVE.
Es Javier Albarés Alberca y su violonchelo. Un instrumento que desde el principio le atrajo por su forma y su sonido profundo y de una emotividad muy grande. Nuestro músico asegura que la vida le ha ido dando señales y un buen olfato para saber por dónde encaminar los pasos. Ello siempre acompañado del talento, mucho trabajo y suerte. Él es de las personas que dan gracias a la vida por poder hacer y dedicarse a lo que más le gusta, la música.
Quedo con Javier Albarés para hacer la entrevista en la Casa de Cultura de Campo de Criptana durante el ensayo del concierto que pocas horas después ofrecería. Fue el pasado 23 de enero con el Trío Magnacore y de la mano una vez más del Ateneo Musical de la localidad manchega.
-¿Cómo estás?
En este momento encantado, en mi pueblo y haciendo lo que más me gusta, tocar el violonchelo y además en un concierto con el Ateneo que estoy seguro de que la gente lo va a saber disfrutar.
-¿Por qué empiezas en la música?
Por cuestiones familiares, el mayor de mis hermanos. Fernando, tocaba el piano, el segundo había comenzado en el conservatorio y mi padre lo veía una actividad muy bonita. Él es un melómano y en su familia siempre ha estado muy presente la música. En principio era más un deseo de mi padre y yo ya me fui enganchando a la banda de música, al conservatorio y seguí y aquí estoy, feliz de la vida y la música.
“En principio era más un deseo de mi padre y yo ya me fui enganchando a la banda de música, al conservatorio y seguí y aquí estoy feliz de la vida y la música”
-¿Fue difícil tomar la decisión de hacer de la música tu profesión más allá de una afición?
Pues sí, no es nada fácil y ocurrió en tiempos de colegio. La mayoría de los profes me decían -tienes que enfocarte a las ciencias porque la gente que sacáis buenas notas tenéis que ir a ciencias- y entonces yo decía -no, no, yo quiero letras me parece que tienen más que ver con el arte y la música-. Y efectivamente la vida me fue dando señales. En Madrid hice dos años del superior que entonces, con el plan 66, lo terminabas con 20 años y ya tenías edad para presentarte a la oposición de profesor de música en conservatorio y la saqué. Pronto comencé a trabajar en la enseñanza pero no dejé de presentarme a pruebas y pasé por varias orquestas como la Joven Nacional de España. Logré pasar a la Orquesta de RTVE en 2007 y desde entonces estoy ahí. Hasta el 2013, estuve compaginando las dos cosas, enseñanza y orquesta, y en ese año me decido por la orquesta. Pido la excedencia como profesor; entonces daba clases en el Centro integrado Federico Moreno Torroba.
-Todos cuando optáis por dedicaros a la música profesionalmente lo hacéis pensando en ser intérpretes, pero pocos lo logran como única dedicación.
Efectivamente, yo tengo que dar gracias a la vida es cuestión de suerte, talento y horas y horas de estudio. Tres variables determinantes y en diferente porcentaje. Hay que tener también olfato para captar buenos profesores y buscar tu camino para seguir avanzando y evitar retroceder.
“Yo tengo que dar gracias a la vida, es cuestión de suerte, talento y horas y horas de estudio”
-¿Por qué el violonchelo?
A mí me encantaba la forma, el físico me parece algo muy bonito y el sonido nada estridente, nada pesado, fuerte, dulce… parecido a la voz humana.
-Pero para lograr ese sonido antes imagino que hay que trabajar mucho.
Es verdad. Los primeros años es espantoso el sonido que saca un chelo; hasta que no empiezas a pasar el arco recto, los dedos correctamente, afinar y ser capaz de crear un teclado imaginario en un diapasón sin un traste. Tienes que crear mentalmente y geográficamente un teclado.
-Preséntanos el chelo.
Pues para mí el violonchelo es un instrumento melódico que tiene un componente muy sentimental y emotivo. Es el ideal para meter en una película cuando hay una muerte, un amor, un momento intenso en sentimientos. Me parece un instrumento profundo y de una emotividad muy grande.
-El chelo es tu compañero de alegrías y de tristezas. Viajar con un instrumento de ese tamaño no es fácil.
Nada, a mi edad ya tengo que echar mano de medios de transportes cuando antes iba andando a muchos sitios con mi chelo a la espalda y sin problema. Además, por su tamaño paga en el avión su propio pasaje. Las alegrías lo compensa todo, una vez que está bien calibrado, tiene buenas cuerdas, tienes el arco encerdado… da gusto el chelo. Cuando estoy de vacaciones y llevo dos días sin tocar el chelo tengo el mono, es adictivo.
“Cuando estoy de vacaciones y llevo dos días sin tocar el chelo tengo el mono, es adictivo”
- ¿Crees que el trabajo del músico está valorado?
No es un trabajo valorado. De hecho, hasta gente de nuestro entorno, y me incluyo yo, consideramos un grupo de músicos que se juntan a tocar como gente que se reúne a pasarlo bien, por diversión, como un juego y, sin embargo, las horas que tiene detrás… ¡Madre mía! Cuando escuchas una orquesta, por ejemplo de jóvenes, y te paras a pensar en las horas que han tenido que echar esos chicos para ese concierto es cuando empiezas a valorar ese trabajo y ese esfuerzo individual y colectivo. Pero si además añades las horas de conservatorio, de practicar en casa, el tiempo y esfuerzo de padres llevando a esos críos a las escuelas, conservatorios, dineral en instrumentos, cuerdas… Para entender todo lo que hay detrás tienes que ser alguien que entienda de música, que esté metido o cercano al mundo de la música porque si no, te consideran del mundo de la farándula. Este país sigue considerando a todos los músicos por igual.
-¿No se da más categoría a los clásicos?
Quizá un poco más y puede ser que incluso nos mire el resto como un mundo reservado y elitista. Y resulta que cuando vas a un concierto de un grupo de rock, pop… te cuesta la entrada más de cien euros y vas a ver un concierto de una orquesta y todo te parece caro incluso cuando muchas veces es más asequible. Hay una incongruencia y es que además ninguno es más que nadie siempre que hablemos de buenos profesionales y gente que sabe y conoce su oficio. Luego te podrá gustar más o menos lo que hace o cómo lo hace. Hay que decir también que en este país, sí que tiene la música clásica y la música en general mayor respaldo que la danza o la pintura. Hay más red de formación, orquestas… y aun así falta mucho, pero es más que lo que tiene la danza.
-¿Qué piezas tocarías en la situación que vivimos?
Una situación un tanto caótica y de cansancio. Creo que hay autores que son más apropiados para esta época que otros. Hay muchos compositores que tienden a ser pesimistas, introspectivos… y en estos momentos necesitamos algo que nos saque de esta parada y congelación que vivimos y eso lo hace la vitalidad y alegría que te puede dar un Bach, Beethoven, un Haydn más incluso que Mozart que dentro de la belleza de sus composiciones tiene un componente melancólico. Sí, me quedo para esta época con la fuerza de estos compositores.
-Solista de chelo en la ORTVE ¿Qué supone? ¿Eso te da más independencia o te sujeta más al director?
Es el eslabón entre la opinión y trabajo del director y el trabajo de tu sección. No puedes ser un verso libre porque, sino la orquesta se va al traste. Tú tienes que transmitir lo que te transmite el director a tu sección.
-¿Con qué director te sientes especialmente a gusto?
Con muchos. Pablo González que es ideal y tengo mucha empatía con él, Jaime Martín, Jesús López Cobos que ya falleció y entre los jóvenes hay unos cuantos.
-¿Qué le dirías a un estudiante de música que está en el camino?
Que si son perseverantes, con fuerza de voluntad y motivados, adelante y que vean las señales que le envía la vida que les irá guiando y llevando. Y trabajar, trabajar y trabajar no hay otra. Y otra cosa, sobre todo humildad, es verdad que los jóvenes de hoy en día del conservatorio con cuatro cositas que han hecho se creen que son Rostropóvich y no saben la de tortas que te da la vida. Por ello, siempre la humildad, la honestidad y el reconocer el nivel de cada uno son tan esenciales como básicos para no hacerse castillos en el aire.
“Siempre la humildad, la honestidad y el reconocer el nivel de cada uno son tan esenciales como básicos para no hacerse castillos en el aire”
-¿Qué peso tiene el ser de Criptana para decidir ser músico?
A mí me parece que Criptana en CLM es una pequeña Valencia. Tiene ese influjo de la banda, de gente ilustre que todos conocemos que han sido referentes (los Angulos, Arteaga, Cobos) que siempre hemos tenido e idolatrado y a eso le añades el empeño y la buena idea de crear un conservatorio en medio de La Mancha aquí en Criptana-Alcázar. Y además hay un espíritu musical que no tienen otros pueblos, pero que irradia a algunos de alrededor como ha pasado con Mota del Cuervo, Pedro Muñoz o Villamayor de Santiago. Aquí todo el mundo quiere estar en la banda, quiere por lo menos probar qué es eso de la música y aproximarse a ella.
“En Criptana todo el mundo quiere estar en la banda, quiere por lo menos probar qué es eso de la música y aproximarse a ella”
-¿Cómo ves Criptana?
A nivel cultual sigue contando con un dinamismo envidiable en el ámbito artístico y en sus diferentes manifestaciones. Me gustaría verlo más como pueblo motor, arrancando para salir del del stand-by al que la pandemia ha ayudado a instalarse.
-¿Qué es el Ateneo para Criptana?
Una maravilla. Lleva casi 50 años acercando la música con 440 conciertos y eso para un pueblo de 13.000 habitantes es todo un lujo.
