De Ana Iris, su libro Feria, los Bisuteros, los Simones… y mucho más que unas simples anécdotas

  “Mi familia y lo que soy está aquí, en Criptana”

Laura Figueiredo (20 de enero 2021).- Feria es su primer libro y ha sido todo un éxito comercial y tal vez lo es por ser un libro “no al uso” con un planteamiento que no tiene ni principio ni final, unas opiniones lejos de lo convencional y un lenguaje arraigado a la tierra. Y todo contado con la energía de una joven criptanense que roza los 30 años, con el entusiasmo de quien busca y descubre lo que es primero y esencial y lo hace mirando sus raíces, acudiendo a la memoria llena de anécdotas que se convierten en historia viva pasada, presente y futura.

Su autora es Ana Iris Simón (Campo de Criptana 1991) y nos cuenta de una manera fresca y sencilla la historia de sus dos familias: la de los Bisuteros, una familia de feriantes con sus abuelos Gregorio Cuesta y María González a la cabeza y de los Simones, una familia extensa y arraigada a la tierra, con su abuelo Vicente Simón y Mari Cruz Panadero. Ana Iris teje Feria entre estos dos mundos que hacen el suyo.

Es a raíz de la muerte de su tío Hilario y poco después de su abuela Mari Cruz cuando se abren grietas en lo que hasta entonces había sido lo que tocaba casi hacer y lo que había elegido libremente.  Es entonces cuando se pregunta qué hace una chica cerca de la treintena viviendo en un piso compartido, hacinado, enganchada a Netflix, vistiendo igual que cuando tenía 15 años, trabajando en precario… En su mente está continuamente la imagen de su madre, la Ana Mari, que a su edad ya tenía una hija de diez años, una hipoteca y una thermomix y todo con menos dinero para vivir que ella ahora. Unas grietas que le llevan a platearse temas como la maternidad tardía,  la falsa  libertad o el progreso que no progresa, el feminismo, la religión, la familia, el sexo…  Echa el freno en medio de una vida que recorre a toda velocidad para analizar una generación, su generación, que ha crecido creyéndose más libre que ninguna y en medio de un progreso donde todo lo nuevo es mejor por el simple hecho de ser nuevo. Cuenta la historia de las últimas décadas de España con los ojos de los 90. Todo lo cuenta con un lenguaje actual, juvenil, desenfadado y divertido y con una mirada siempre al frente.

Feria es Ana Iris, un vendaval de preguntas, respuestas, argumentos, idas y venidas y cuando termina empieza de nuevo porque la hija de la Ana Mari y Javi es así, tal cual. Con ella estoy segura que uno nunca se aburre. A una pregunta le sigue otra y a cuál más ocurrente. Y todo sin dejar de mirar lo importante, lo esencial.

La entrevisto aprovechando su visita a Campo de Criptana en Navidad. Es la primera vez que viene a pueblo tras la publicación de Feria en noviembre del año pasado y llega con el aplauso de toda su familia.

-Ana Iris, desde hace dos meses te leo y te encuentro por todas partes hablando de tu libro Feria. ¿Imaginabas que Feria iba a tener esta repercusión mediática?

Es alucinante, no me lo esperaba. Feria no es una novela al uso, no tiene ni un principio ni un final. Son anécdotas de mi vida y ya se trabaja en una cuarta edición. Y eso que no es una autoficción que está ahora tan de moda entre la gente joven que cogen su vida como referencia pero lo que no apetece contar no se cuenta. De repente se vende tan rápido la primera tirada, me llama tanta gente... te entra un poco de vértigo. Yo pensaba que lo leyese mi familia y ya eso me daba vértigo porque claro hablo de ellos. Qué alegría pero que vértigo también.

-Cursaste Periodismo y Comunicación Audiovisual ¿En qué trabajas ahora?

Ahora mismo trabajo en TVE y en la primera revista donde trabajé fue en Telva con 23 años, luego en Vice España hasta que cerró y el pasado mes de julio empecé a trabajar en la tele en un programa  de debate para jóvenes, Playz, como guionista.

 

El abuelo Vicente en una de las muchas reuniones y comidas familiares

-Ana Iris ¿Y tú chica de quién eres?

-Yo soy de Ana Mari y Javi los dos carteros y viven en Aranjuez. A mis abuelos maternos les llamaban los bisuteros, Gregorio Cuesta y María González eran feriantes y vivían en la calle del Moro, murieron los dos muy jóvenes. Mi otro abuelo es Vicente Simón y mi abuela Mari Cruz que falleció. Una familia extensísima y de origen campesino, de clase obrera y muy apegada a la tierra, a las costumbres y a un territorio muy concreto, La Mancha. Así lo pongo en el libro.

-¿De los Simones del chichipún?

Somos Simones pero no somos cardaores. Y me encanta el chichipún y cuando les veo en la calle ya digo “mira ahí van los primos” aunque somos otra variante. Somos una familia supergrande, somos 18 primos hermanos solo por mi padre, 6 bisnietos y 2 más en camino. Una familia con una marcada ideología comunista, el padre de mi abuelo era comunista y mi abuelo es comunista y eso llamaba la atención. Me comentaban hace unos días que tendría mucha nostalgia de mi familia y les digo que no porque mi familia forma parte de mi presente y no del pasado. Entiendo que en el 2020 una familia tan grande es algo raro pero para nosotros es lo normal.

“Somos una familia supergrande, somos 18 primos hermanos solo por mi padre, 6 bisnieto y 2 en camino. Entiendo que en el 2020 una familia tan grande es algo raro pero para nosotros es lo normal”

-Los Simones son muy de aquí, pero los Cuestas llegaron a Criptana con tus abuelos feriantes. ¿De dónde eran ellos?

Los Cuesta no eran de aquí. Mi abuela María era de Castuera y mi abuelo de Albacete. Mi tía abuela es Emilia, la del Capricho y también sale en el libro con su tienda de chuches donde a veces me dejaba al cargo mientras ella se iba a misa.

Ana Iris en la Sierra de los Molinos siendo una niña

-¿Naciste en Criptana?

Sí pero al año nos fuimos a Noblejas donde destinaron a mi padre y luego a Aranjuez y nos fuimos a vivir a Ontígola. Los dos eran carteros.

-¿Y de dónde eres?

Cuando me preguntan siempre digo que de Criptana aunque en realidad estuve solo un año pero mi familia y lo que yo soy está aquí.

-¿En la siguiente generación no hubo más feriantes?

La generación de los hijos no, de esta rama nadie. Y es que una de las cosas que hablo en el libro es cuando las ferias dejan de tener sentido. En los 90 la feria pasa de ser un evento que todo el mundo esperaba, para el que se ahorraba, se estrenaba ropa, todos sabían que iban a tener un juguete... a quedar vacío porque ahora podemos conseguir lo que queramos por el ordenador sin tener que esperar a la feria. La feria deja de tener sentido y el mundo se convierte en una feria. Yo lo veía a través de mis abuelos, cómo hablaban de que las cosas empezaban a ir peor, que tenían trampas y los mercadillos iban mal. Eran los últimos coletazos de algo que se estaba muriendo. También lo cuento en el libro, tenía la sensación de llegar tarde, era una niña. Sigue habiendo feria pero ahora es cuando la gente se va de vacaciones. Ya no es algo que aglutina y ha dejado de tener sentido en la comunidad. Pienso en las ferias como un vestigio de una España que fue y ya no es.

“La feria deja de tener sentido y el mundo se convierte en una feria. Tenía la sensación de llegar tarde, era una niña”

Hasta no hace mucho la camioneta del Bisutero era parte de las calles de Criptana

-¿Cómo surge este libro?

Pues de una manera casual. Cuando trabajaba en Vice en un artículo hablaba de mi familia materna y de los feriantes y lo que era ser feriante. Ese artículo funcionó superbién y es que era una historia diferente en la que hablas de esa vida nómada, los 60 y los 70 cuando había muchas cosas que ahora consideramos sórdidas como enanos recortadores, el bombero torero, la olla o el gusano loco, los ponis y niños trabajando. A través de una amiga llega a la editora de Círculo de Tiza, Eva Serrano. Me propone alargar el artículo con la vida de mi familia materna y feriante, rescatar toda esa vida. Unos días después de acordar escribir el libro se muere mi abuela, yo amaba a Mari Cruz y también se había muerto unos meses antes mi tío Hilario. En el siguiente encuentro con Eva le cuento lo que me pasaba y que todo estaba siendo durísimo y que apenas había escrito. Le hablo del entierro, de las circunstancias de la muerte, cómo lo estaba viviendo yo y mi familia... y me dice  -eso también lo tienes que escribir-. Y me doy cuenta como mi familia paterna era igual de especial o más a los ojos del resto que la de mi madre que sí, que eran feriantes y tenían algo peculiar pero es que la otra tenía 18 primos, 6 bisnietos, una estructura de familia muy de toda la vida, de familia extensa. Una familia grande y muy relacionada, con mucha vida junta. 

-¿Qué ocurrió a raíz de la muerte de tu abuela y tu tío?

Me hacen reflexionar sobre mi vida, lo que yo soy, sobre cómo estoy viviendo en el mundo... Un momento en el que me cuestiono mi vida viviendo en el centro de Madrid, compartiendo piso con casi 30 años. Te preguntas cuáles son las cosas importantes y si yo estaba viviendo acorde a ellas o a cosas que importaban pues muy poquito. Es una caída del caballo.

“La muerte de mi tío Hilario y mi abuela Mari Cruz me hacen reflexionar sobre mi vida, lo que yo soy, sobre cómo estoy viviendo en el mundo...”

-¿Feria va más allá de unas memorias de familia?

Si, dicen que son memorias familiares y no, realmente son temas que a mí me inquietan y me gusta pensar sobre ellos como la familia, la tradición, el territorio. Voy reflexionando sobre ellos a través de la familia, desde las anécdotas y la propia vida. Cuando muere mi tío Hilario  me doy cuenta que seguirnos vivos en esas historias que nos contamos y en la memoria.

-Me llama la atención no tanto tus reflexiones como el hecho de que las haga una persona que no tiene todavía los 30 años. Y además te atreves a decirlo, ¿eres socialmente incorrecta? 

Jajaja. Mi jefa en Telva me dice que hablo como si tuviera 60 años. Creo que también hemos infantilizado a la juventud, estamos abrazados a la eterna adolescencia. Se ve hasta en la estética, en cómo vestimos, cuáles son nuestras costumbres, lo que hemos retrasado la maternidad y la paternidad y es que con 30 años mi madre tenía una hipoteca y una hija así que si se me ve a mí como una persona madura es sintomático y es fruto de la sociedad tan infantilizada en la que vivimos. Toda la vida lo que querías es ser adulto, tenías que parecer mayor para que te tomaran en serio y para tener rédito social. Ahora lo contrario, hay un culto a la juventud y encima se considera que el joven tiene más que decir que el viejo. Hay mucha soberbia. Y lo de socialmente incorrecta pues depende para quien, para lo que se publica en muchos medios económicos pues probablemente pero para lo que es el día a día de la gente de mi edad y mi generación no.

“Hemos infantilizado a la juventud, estamos abrazados a la eterna adolescencia”

-Es un libro sincero y también valiente ¿has tenido miedo?

El libro está escrito con mucho miedo. Es un miedo que tiene que ver mucho con que nunca la opinión publicada y la opinión pública habían estado tan lejos; nunca lo que se publica en los medios y lo que realmente piensan mis amigas ha estado tan disociado. Yo me imaginaba una captura tonta y que la pusieran en twitter fuera de contexto, algo tan frecuente y tan destructivo.

-¿Por qué crees que no ha ocurrido?

Porque  lo que digo es lo que mucha gente de mi edad y mayor piensa. Se sienten seguro prácticamente diciendo lo mismo.  Se habla desde esa cotidianidad, desde la vivencia, lo que ves a tu alrededor y no estamos ciegos  para ver esas realidades.

-Hablas de una juventud infantilizada, estafada... ¿algo bueno?

Creo que mi generación ha hecho muy bien en señalar las condiciones materiales en las que ha vivido, las crisis sistémicas, el colapso  del estado del bienestar de donde surge en parte el 15M y su lema: “sin curro, sin pensión, sin casa”. Nos vendieron el mito que si tú estudiabas te hacías un máster y dos idiomas entonces la empresa privada iba a tener un hueco para ti y eso era mentira. Hemos vivido el colapso de lo que iba bien y creo que hemos hecho bien en señalar esto. Pero a la vez no nos responsabilizamos de la parte de culpa que tenemos nosotros de vivir en un piso compartido, hacinados... no podemos generalizar la culpa sistemáticamente. Te vuelvo a decir que mi madre con mi edad tenía una hija de diez y una hipoteca y tenía menos dinero del que tengo yo ahora. Esta es mi caída del caballo, de donde arranca el libro, con una conversación con mi amigo Jaime mientras juega a la Play con casi 30 años los dos y compartiendo piso con él. El tema iba de tener hijos y me responde  –No, no quieres tener hijos. Tienes más dinero del que tus padres y los míos tenían a nuestra edad-. Ahí está mi responsabilidad,  yo he preferido ir a la universidad, tener trabajos precarios pero de periodista a hacerme funcionaria de correos como hicieron mis padres y yo soy mis decisiones. Es verdad que cada generación tiene sus imperativos legales pero en mi generación vienen disfrazados de libertades.

“Nos vendieron el mito que si tú estudiabas, te hacías un máster y dos idiomas entonces la empresa privada iba a tener un hueco para ti y eso era mentira”

-El progreso, otro tema del que hablas en el libro ¿en el progreso hay mucho desprogreso?

Claro que lo hay, al menos algo hay. Tiene que ver con la modernidad, con creer que todo lo que venga después es mejor por defecto, por ser lo nuevo, por romper con lo anterior y no es un problema de ahora, es de siglos y así ha sido. Tiene que ver con la visión de romper con todo.

 

-¿Es progreso retrasar la maternidad?

Y sobre todo por qué lo hacemos. Porque tenemos que tener una carrera laboral y entonces puedes pensar ¿a quién está sirviendo este progreso? ¿De quién somos siervos? ¿De nosotros mismos o de un modelo económico y social que quiere que dejemos a los viejos aparcados en residencias y a los hijos en guarderías? Hay una frase que a mí me encanta de C.S Lewis “si el progreso no está funcionando el más progresista será el que dé tres pasos para atrás”. Es y también me molesta mucho el no reconocer lo que hicieron bien las generaciones anteriores y viene precisamente de este convencimiento de que todo lo que venga después será mejor. De hacer tábula rasa. El modelo familiar de no hace mucho implicaba cuidar de las generaciones nuevas y de las que se marcharían dentro de poco aunque no produzcan ni paguen impuestos. A lo que yo invito es a analizar el progreso con los mismos ojos escrutadores con que analizamos el pasado y ver lo que estaba bien y mal antes y ahora. La realidad de todas formas no es algo en blanco o negro sino que hay un montón de grises

“Me molesta mucho el no reconocer lo que hicieron bien las generaciones anteriores y viene precisamente de este convencimiento de que todo lo que venga después será mejor”

-¿El feminismo ha sido otra estafa para la mujer?

Obviamente se han logrado cosas como la igualdad jurídica, algo que tenía que ocurrir y se logra gracias a la lucha de las mujeres. Lo que sí creo es que cuando se habla de feminismo no hay un consenso real incluso dentro del propio feminismo. ¿De qué feminismo hablamos? Creo que el feminismo que suele salir en los medios es un feminismo asociado a la mujer liberal, libre e independiente y que prefiere ser madre a los 40 porque prefiere tener una carrera en estudios y profesional, es el feminismo de Patricia Botín. Es un feminismo de emprendedoras, del techo de cristal que sirve al capitalismo y al poder mientras desahucias e impides que otras mujeres puedan emprender. Si ese es el feminismo hegemónico ha sido una estafa para la propia mujer pero creo que no y hay cosas que no me cuadran y hay que replantearse. Esto es como el progreso, es innegable que hay cosas muy buenas pero no todas han sido buenas.

-Masculinidad, otro tema en tu libro, ¿se está perdiendo?

No creo que se haya perdido lo que pasa que ahora está muy de moda hablar de masculinidad tóxica y me parece peligroso patologizar a brocha gorda una cuestión. Veníamos reclamando precisamente que se nos reconociera una serie de matices en el tratamiento a la mujer y que no se nos tratara a brocha gorda y ahora resulta que hacemos lo mismo con los hombre.

-¿Qué ha hecho tu generación con Dios? ¿Ha desaparecido?

Yo crecí en una familia totalmente atea, mi abuela materna sí que era muy religiosa. Crecí en una dicotomía extraña, un padre ateo militante y una abuela supercristiana.  Creo que en mi generación hay también mucho de reactivo, se salió de una dictadura nacional católica antes de ayer y es normal esa reacción. Lo que hemos hecho es crear un montón de dioses más. Hemos secularizado la religión y la hemos dejado en forma de ideología, en forma de gimnasio, ocio, consumo y tener  un montón de diosecitos a los que rendimos pleitesía.  Pero es que creo que hay más, ya no se trata solo de Dios sino que nunca antes nos ha importado tan poco la búsqueda del sentido. Es lo que me dice un cura de donde yo vivo ahora, en Ávila, y todo esto es consecuencia de matar a Dios.

" El padre de mi abuelo era muy comunista y mi abuelo lo sigue siendo"

-Vivir en Madrid, la vuelta a lo rural ¿se han idealizado las dos cosas?

Total. A mí me gustaba mucho irme a vivir a Madrid y consideraba que todos los que se quedaban en el pueblo era unos paletos, se quedaban en un sitio donde no pasaban cosas y yo quería estar en un sitio donde pasaran cosas y luego de mayor descubres que esas cosas eran banales. Madrid me avocaba a estar socializando continuamente, yendo a lugares por defecto, a formar parte de una masa acrítica, mucho más acrítica que la gente entre la que yo crecí en Aranjuez.  Pero es que creo que ahora está el efecto contrario, toda esta gente que habla de lo rural como si fuera el paraíso y todo muy bucólico y romántico y resulta que parece que vienen de la ciudad a los pueblos a civilizar a su gente. Y de nada sirve.  Hay un libro muy bonito de Daniel Gascón, “Un hipster en la España vacía” que habla de la ostia que se va a dar mucha gente al irse ahora al mundo rural porque le dejan teletrabajar y se dará cuenta que al moro le dicen moro y no le molesta y ni se indigna ni pone una denuncia y que los perros están por la calle, que  se tiran petardos... Es inocente pensar que las ciudades son lugares de luz y los pueblos son Mordor y lo contrario tampoco es realista, pensar que las ciudades son lugares terribles y los pueblos la Arcadia feliz.

-¿Hasta qué punto vemos la vida según la han visto nuestros padres?

A poco que hayas sido feliz en la infancia siempre quieres volver, al final te sientes producto de aquello que te legaron. Me parece terrible que no estemos dispuestos a reconocer ese legado, una herencia que nos hace y que somos. He leído en el twitter de una chica que nuestros padres tienen unos problemas psicológicos tremendos y que deberían ir al psicólogo. Perdona, serán sus padres ¿qué me estás contando? La que necesita ayuda es ella.

“A poco que hayas sido feliz en la infancia siempre quieres volver, al final te sientes producto de aquello que te legaron”

-¿Si hubieras nacido en otro pueblo hubiera sido distinto tu libro?

¡Claro creo que sí!, La Mancha tiene algo que no sé explicar pero que es muy especial y que la convierte casi en un personaje más. Leyendo “La España Vacía” de  Sergio del Molino hablaba del mito fundacional del Quijote en La Mancha y de cómo la mayoría por ejemplo de humoristas españoles son manchegos y eso no es casual; es producto de un pueblo construido en base a la ironía cervantina y quijotesca. ¡Joder! eso se ve en la pelis de Almodovar y es que se ha inventado poquito cuando habla de La Mancha y todo el mundo exclama ¡qué genio Almodovar!  No se ha inventado nada, todo lo que dice existe. Claro que hubiera sido un libro distinto.

“Si no hubiera nacido en Criptana, Feria hubiera sido un libro distinto”

-Para empezar recoges el habla criptano.

El habla es parte fundamental de la esencia de un sitio. Yo no puedo escribir lo que dice mi abuelo de otra manera más que de la suya que es cómo se habla aquí. Hablo de una anécdota de mi abuelo de cuando le regalamos un bonsái y dice que estaba “enratonao”. Y esa es la palabra, no hay otra. Yo todas las palabras propias del habla criptano las puse en un principio en cursiva pero la editora decidió no hacerlo y me pareció bien.

-El libro desprende amor por La Mancha.

Sí, por supuesto y es que es así. Hay un capítulo que es uno de los que más me gustó escribir que es “Tendré que explicarte lo que es un pueblo” habla de la relación con el paisaje, el habla... y claro que hay mucho de amor porque es lo que me une a esta tierra. Me une eso, el amor y mi familia porque vivir no vivo aquí y todo lo que cuento en ese capítulo.

“El libro está lleno de amor a Criptana porque eso es lo que me une a esta tierra, el amor y la familia”

 -¿Vienes con frecuencia?

Este año tres veces teniendo en cuenta que ha sido un año muy especial. Mis padres viven en Aranjuez y aquí el resto de la familia de una y otra parte. Vengo a ver a mi abuelo Vicente, a mis primos que son unos cuantos y a mis tíos que no son pocos. Mi tío Diego, Ana Rosa, Mari Cruz...

Ana Iris mirando a través de una de las esculturas de Teno

-¿Cómo ves Criptana?

¿Cómo veo Criptana? pues probablemente me quede solo con lo bueno porque está lo que más quiero pero probablemente habrá cosas buenas y malas como en todas partes.

-¿Qué les ha parecido el libro a tu gran familia?

Bueno, mi abuelo estaba con la mosca detrás de la oreja con una expresión que pongo en su boca y no le gusta y que ya no puedo corregir pero ya se le ha pasado. A mi familia le ha encantado. Mis padres están superencantados y mi hermano también. Me emociona mucho y me emociona mucho cuando me escriben mis primos y me comentan cosas del libro. La verdad es que,  yo tenía mi temor a contar historias que no solo eran mías pero tuve mucho cuidado y mucho respeto.

-¿Qué sensación te gustaría que le quede al lector al terminar de leer Feria?

La de volver a lo esencial, a las raíces. La de pensar en tu propia familia, en el territorio y el habla, en los vínculos y en la memoria.

-Eso fue en el 2020 ¿Qué le pides al 2021?

Pues que no se nos olvide lo que aprendimos en el 2020, que la familia importa y que algo tiene que cambiar cuando nos damos cuenta de que el modelo socioeconómico en el que vivimos es insostenible. Que tenemos que prestar más atención a las cosas relevantes que son pocas, decir más –te quiero-  y –gracias-. Y que solo somos en sociedad y en comunidad y dependemos los unos de los otros.

“Al 2021 le pido que no se nos olvida lo que aprendimos en el 2020”

-Tu primer libro ¿habrá más?

Espero que sí pero ahora quiero descansar y disfrutarlo.

 

 

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