Cáritas puerta a puerta
Laura Figueiredo (21 de diciembre de 2021).- Se puso en marcha, recorrió calles y rincones, casa a casa y felicitó la Navidad a los vecinos de Campo de Criptana. Una Navidad en la que se vuelve a llamar a la caridad de cada uno de los criptaneses para entre todos poder estar al lado de quien más lo necesitan.
Y llamó y encontró muchas puertas abiertas y manos dispuestas a apoyar a quienes sufren la pobreza. Pobreza que tiene muy diferentes caras en este siglo y en estos años que todo lo revuelven en medio de incertidumbres y niebla.
Y llamó y encontró muchas puertas abiertas y manos dispuestas a apoyar a quienes sufren la pobreza
Voluntarios mayores y jóvenes y grupos de catequesis de Confirmación dieron vida a la Campaña de Navidad. Y los timbres de muchas puertas sonaron y fueron muchas las caras que abrieron. Caras sonrientes, tristes, avejentadas, dormidas, infantiles, alertas, incrédulas, esperanzadoras y casi todas resignadas a un tiempo que hay que vivir día a día. Y fueron muchas casas a las que no se llamaron porque hace tiempo que nadie responde; casas vacías, sombrías, olvidadas o habitadas solo cuando el sol calienta en pleno verano. “Allí no llames que están en Londres y en la de al lado solo vienen en verano” nos dice una vecina que ya tenía su dinero preparado para meter en el sobre. “A esta, sigue diciendo, llama que es mi tía Isabel y seguro que está”. Y la tía Isabel nos cuenta que le duele todo el cuerpo “porque la artrosis me tiene torcida pero aquí estamos hermosa”. Y mientras cantan los pajarillos de las dos jaulas que tiene a la entrada ya me advierte que poca gente encontraremos en esa calle. Tocamos en otra puerta con sobre y felicitación en mano y con el feliz Navidad entre los labios cuando otra vecina te advierte “ahí no llames porque si no está el chico la Carmen no te abre”.
Y los timbres de muchas puertas sonaron y fueron muchas las caras que abrieron: caras sonrientes, tristes, avejentadas, dormidas, infantiles, alertas, incrédulas, esperanzadoras y casi todas resignadas a un tiempo que hay que vivir día a día
Y seguimos y preguntas ¿Cómo está usted? y responden “pues con una año más” o con un “no nos podemos quejar”; “aquí estamos con el día a día que bastante tenemos” o directamente “ya me podíais mandar a alguien para ayudarme que vivo sola”. Y esperas a que otra puerta se abra cuando oyes “¿chica tú no sabes que aquí mayormente se abre por la portá?” y allá que vamos y allí que te dice la misma voz “habla con la señora que es la que sabe de todo esto”. Otra persona mayor nos pide que le hablemos alto y nos avisa que no tiene todavía puesto el aparato en la oreja mientras alguien de mediana edad y con cara de satisfacción afirma “yo estoy fenomenal, no tengo COVID, tengo trabajo ¿qué más puedo pedir?”. Hay abuelas orgullosas que salen a la calle con alguno de sus nietos “esto es la mayor alegría hija, los nietos que todavía vienen a visitate”
Y seguimos llamando y subimos y bajamos por unas y otras calles y rincones. Nos sentimos acompañados porque Criptana y los criptanenses siguen esperando la llamada de la Campaña de Navidad de Cáritas para seguir acompañando a tantas caras diferentes de una pobreza que a veces se oculta tras cada puerta de forma silenciosa y resignada. Y hubo puertas a las que no llamamos porque el despiste es parte también de la campaña a pesar de la buena voluntad que ponemos todos.
Un paseo que acerca al aquí y ahora de un Campo de Criptana que sigue abriendo mayormente sus puertas y sus corazones generosos a pesar de los pesares. Y sí, recogimos generosidad y felicitamos la Navidad con la alegría de recordar la celebración de la llegada de un pequeño que trae esperanza y luz y da nombre a la Navidad.